Probamos el Range Rover Evoque
A su atrayente diseño, este SUV le suma una caja automática de 9 marchas que mejora la performance de su motor de 240 caballos.
Un 4x4 de lujo, con un motor de 240 CV y caja automática de 9 marchas.
La distinción es un aspecto clave en el mundo del automóvil. Más en esta época en la que todos quieren tener un SUV y casi todas las marcas ofrecen al menos un modelo con aspecto de 4x4, aunque no lo sea. En ese sentido, Land Rover entendió claramente cuál era el camino y creó el Range Rover Evoque, un todoterreno que rompió el molde cuando apareció, en 2011, y que todavía conserva una figura que le sobra en materia de estilo. Tan adelantado estuvo en su momento, que su actualización casi no tuvo cambios estéticos. Sí mejoró parte de su mecánica, que ahora incluye una nueva caja de cambios de nueve velocidades.
La prueba de este modelo nos encontró en Inglaterra, es por eso que las imágenes que acompañan a este texto muestran el volante a la derecha. Esto obligó a un mayor grado de concentración, no solo por el cambio total de las referencias que se tienen del vehículo para los que habitualmente manejamos con el volante a la izquierda sino porque el sentido de circulación se invierte por completo. Imagine todo al revés en calles, avenidas, rutas, autopistas, rotondas...
Respecto de la versión que llegó al país a principios de 2012, la carrocería sólo tuvo cambios en la trompa en los paragolpes, las tomas de aire (y unas falsas tomas de aire que aumentan su cara sport), el contorno de los faros y el dibujo de las luces de LEDs diurnas. Atrás sucede algo similar: nuevos faros, alerón y difusor de aire. El resto de la arquitectura no cambió y está bien que no lo haya hecho.
La mayor incorporación de este modelo es la caja automática de nueve marchas. Su funcionamiento es destacable y sus beneficios son numerosos. Por un lado, permite viajar con el motor más relajado al transitar a velocidad constante, con la consecuente reducción del consumo de combustible. Por ejemplo, a 110 km/h, en novena marcha, el giro está en 1.800 rpm. Por otro lado, las marchas bajas son más cortas, lo que repercute en una reacción más rápida y, por lo tanto, una entrega de torque casi inmediata, beneficiando así el rendimiento fuera del camino. Además, su paso de marchas ascendente es suave y casi imperceptible, tanto en modo automático como cuando se hacen desde las levas detrás del volante. El único aspecto mejorable de la caja es que se muestra algo lenta hasta encontrar la relación adecuada cuando se demanda aceleración.
El motor naftero turboalimentado, de 2.0 litros y 240 caballos de fuerza es seguramente uno de los mejores aliados que puede tener. Cuenta con una gran elasticidad y una energía notable cada vez que se lo exige.
La doble tracción está gobernada por el sistema Terrain Response, que varía la entrega de fuerza del motor a las ruedas en función del programa seleccionado. Hemos hecho algunos tramos fuera del camino, con pendientes marcadas y las ha superado sin problemas.
Su comportamiento dinámico es otro de sus puntos altos. A pesar de esa buena aptitud para algunas incursiones fuera del camino, en ruta se comporta casi como un auto, con escasos balanceos de carrocería y un alto confort de marcha.
Claro que esta excelencia mecánica, sumada a la distinción estética que se mencionó al principio, tiene su precio: su gama en la Argentina va desde 82.900 hasta los 105.900 dólares (119.900 para la carrocería cupé). Más caros que sus rivales de Audi, BMW y Mercedes-Benz.