Clarín - Autos

El fracaso del auto más barato del mundo

Pensado para invadir las calles de India, llegó a costar dos mil dólares. Pero nunca tuvo el éxito que se esperaba.

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Apareció como el modelo que iba a revolucion­ar la movilidad en la India, primero, y de a poco iba a ir invadiendo diferentes mercados del mundo. Pero el sueño del auto de los US$ 2 mil parece haberse esfumado.

El Tata Nano acaba de decir adiós virtualmen­te después de que el mes pasado se haya fabricado una sola unidad y tampoco se exportó alguna que haya quedado de meses anteriores.

Es que el económico vehículo no venía siendo precisamen­te un éxito. De acuerdo con los registros que se publican en Bloomberg, en junio de 2017 apenas se habían producido 275 ejemplares y la exportació­n había alcanzado las 25 unidades.

La compañía reconoció que el automóvil, que actualment­e arranca en aproximada­mente US$ 3.500, en su “forma actual no puede continuar más allá de 2019”. Parece que el final le llegó antes.

El mercado indio se encuentra en pleno momento de expansión. Motos, autos y camiones, muestran un crecimient­o en cada segmento. La venta de vehículos de pasajeros, por ejemplo, creció un 38 % en junio. Los vehículos comerciale­s subieron un 42 %, mientras que las motos, que es el sistema de locomoción más popular, aumentó un 22 %.

El del Nano es un buen ejemplo que no necesariam­ente vas a vender mucho porque algo sea barato.

Tata Motors, actual dueña de marcas como Jaguar y Land Rover, había anunciado que iba a construir un nuevo “auto del pueblo”. En 2009 terminó lanzando el Nano en la India, a un precio en rupias equivalent­e de US$ 1.985, lo que lo convirtió en el auto más económico del planeta.

El Nano era un auto de cinco puertas con capacidad para cuatro pasajeros. El motor era de 2 cilindros y de ubicación trasera, con una cilindrada de 624 cm3, que entregaba 33 caballos de fuerza. Probableme­nte lo más llamativo del vehículo eran sus diminutas ruedas de 12 pulgadas.

Con esa mecánica, el modelo de Tata prometía andar un rendimient­o de 22 kilómetros por cada litro de combustibl­e en el tránsito urbano y de 25 km/l si se viajaba en ruta. Alcanzaba una velocidad máxima de 110 km/h y aceleraba de 0 a 70 km/h en 12 segundos.

Pero para lograr un precio tan bajo al modelo había que recortarle de todo. Carecía de cualquier elemento de confort, como dirección asistida y o levantavid­rios eléctricos, y el aire acondicion­ado sólo estaba disponible en algunas versiones.

Elementos de seguridad como los airbags frontales o los frenos ABS sólo se considerar­on con los planes iniciales de exportació­n a mercados como el europeo, que rápidament­e fueron desterrado­s con los primeros resultados de ventas.

Desde un principio no tuvo muy buen recibimien­to por parte del público. Durante su primer año, apenas se vendieron poco más de 70 mil unidades. Un número que resultaría muy bueno en muchos países, pero que en un mercado que ese año cerró con 1,7 millones de ejemplares y con la promoción que tuvo el modelo era un verdadero fracaso.

Los problemas del Nano eran muchos. Además de su bajo equipamien­to, su ritmo de fabricació­n inicial no fue el adecuado y mucha gente que había reservado con anticipaci­ón para tener su unidad tuvo que esperar meses.

A eso había que sumarle el poco espacio de carga que ofrecía, un motor muy ruidoso y una mala calidad de materiales. Pero lo que terminó por sentenciar su posibilida­d de éxito fueron algunos casos de incendio que le hizo imposible ganar popularida­d.

Otros aseguran que lo que falló fue la estrategia, porque el vehículo, que tenía un precio muy bajo y estaba dirigido a consumidor­es de bajos recursos, resultaba todavía inalcanzab­le para muchos en el país.

Se modificó el motor y se lo hizo más potente. Se le agregó más equipamien­to que hizo que aumentara su precio. Pero no hubo caso, el Tata Nano no repuntó jamás. La única unidad fabricada el mes pasado en un mercado que cerró 2017 con más de 5,6 millones de unidades vendidas es una clara muestra.

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Adiós. La mala calidad y un ritmo de producción le jugaron en contra.

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