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Por el camino que más conoce y más le gusta

A pesar de ser un SUV, este modelo honra la historia de la marca con un rendimient­o deportivo impecable.

- Gabriel Silveira gsilveira@clarin.com

Desde que Porsche lanzó su modelo Cayenne, siempre sostuvo que el carácter deportivo que tanto caracteriz­a a la marca también estaba presente en el que en su momento se convirtió en el primer SUV de la compañía de Stuttgart. La que llegó a nuestro país es la tercera generación, que profundiza aún más esa caracterís­tica de placer de conducción deportiva y eleva la calidad de su interior, que ahora entrega un ambiente sofisticad­o y tecnológic­o.

Esta tercera generación del Cayenne fue desarrolla­da sobre la misma plataforma en la hoy se fabrican el Audi Q7, el nuevo Volkswagen Touareg, el Bentley Bentayga y el Lamborghin­i Urus, todos modelos de marcas pertenecie­ntes al Grupo Volkswagen. Y si bien cada uno cuenta con sus caracterís­ticas propias, está más que claro que se trata de una base a la altura de la marca alemana.

La figura de este Cayenne sigue tratando de acercarse de algún modo a la musa que tiene Porsche, el 911, el emblema de la marca. Y como ocurrió con las generacion­es anteriores, a más de uno puede no atraerlo visualment­e. Lo que sí está claro es que la imagen de fuerza y solidez la tienen cada vez más desarrolla­da.

Por dentro es en donde más a evoluciona­do, al menos desde lo que se puede ver. Su espacio interior ha aumentado y ganaron espacio los pasajeros de las plazas traseras. Sin embargo, el lugar disponible no guarda relación con los casi 5 metros de longitud que tiene el Cayenne. Además, por el diseño del asiento trasero y la distancia que hay de puerta a puerta a la altura de los hombros, dos adultos viajan muy cómodos atrás; un tercero entra, pero ya irían más ajustados.

Desde el puesto de conducción todo es distinto, claro. El tablero de instrument­os respeta la tradición de la marca de los cinco elementos, con el cuentavuel­tas dominando en el centro. Sin embargo, ese instrument­o es el único analógico, con aguja. Los otros son completame­nte digitales y la pantalla del lado derecho puede configurar­se. Entonces, en lugar de mostrar el nivel de combustibl­e, la temperatur­a del motor y la computador­a de a bordo en un cuadrante; y la hora y la fecha en otro, usa todo ese espacio para proyectar allí el mapa del sistema de navegación.

La pantalla táctil de la consola central es enorme (12,3 pulgadas) y ofre-

ce una calidad de imagen notable. Debajo de la misma hay otra consola, casi sin relieves, también táctil, en la que se agrupan la mayor cantidad de controles. Luce fantástica con cada función iluminada, pero hay que conocer mucho el vehículo para “embocarle” al primer intento. Además, la transpirac­ión o grasa que uno pueda tener en la mano ensucia con mucha facilidad la superficie.

La versión que probada llevaba el motor menos potente de la gama. Es un V6 de 3.0 litros, turboalime­ntado, que entrega 340 caballos. Va en tándem con una caja automática de 8 velocidade­s y la tracción es permanente en las cuatro ruedas. Y ahora cuenta con un eje trasero direcciona­l.

El tren de rodaje llevaba un sistema de suspensión neumática (este sistema no viene como un elemento de serie, sino que se adquiere como opcional y cuesta US$ 10.839), que permite variar la altura del vehículo. Esto permite elevar las aptitudes off road de este modelo.

Pero al igual que la generación anterior el Cayenne prescinde de una caja de transferen­cia (como tienen las pickups 4x4 y muy pocos SUV). Que tiene cierta lógica si se analiza el mensaje que da Porsche sobre la deportivid­ad de este modelo.

El comportami­ento dinámico es la caracterís­tica más sorprenden­te de este modelo. Su nivel de potencia es “normal” dentro de los parámetros de la marca. Hay otras versiones más potentes (Cayenne S, de 440 CV, y Cayenne Turbo, de 550 CV). Pero a este modelo le alcanza para moverse con contundenc­ia.

Los 450 Nm de torque (momento de fuerza máxima del motor) dicen presente a partir de las 1.340 rpm y se mantienen “con todo” hasta las 5.300 rpm. Es por eso que la manera que tiene de empujar este SUV hacen olvidar definitiva­mente sus dos toneladas de peso. La caja de cambios de 8 marchas responde con velocidad y hace más efectivo el funcionami­ento del motor. Ofrece distintas opciones de manejo que ajusta diferentes parámetros del motor, la caja, la dirección y la suspensión.

Con la opción Sport el rendimient­o de este SUV es superior al de varios sedanes con prestacion­es deportivas. Se pueden transitar curvas a gran velocidad sin que se comprometa la estabilida­d. Ni el lógico balanceo de carrocería que produce su porte hacen perder su robustez de marcha. Y ese rendimient­o también lo repite en superficie­s con menor adherencia, como asfalto mojado o en mal estado. Inclusive en tierra o ripio. En barro le cuesta por el tipo de neumático que trae. Y sobre piedras hay que hacerlo con mucho cuidado para no dañarlos. Pero lo del nuevo Cayenne va por otro lado, más en sintonía con la historia deportiva de la marca. Y en ese aspecto da cátedra.w

 ??  ?? Como un tren. El empuje que transmite este 4x4 es notable. Y su agilidad no se condice con su porte.
Como un tren. El empuje que transmite este 4x4 es notable. Y su agilidad no se condice con su porte.
 ??  ?? Fuera del camino. En tierra, ripio o piso húmedo responede perfecto. Barro y piedra no le caen bien.
Fuera del camino. En tierra, ripio o piso húmedo responede perfecto. Barro y piedra no le caen bien.
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Sofisticad­o. Gan pantalla central y consola con superficie táctil.

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