Con la punta de los dedos y sin tocar el freno
Manejamos en la nieve un deportivo de 431 CV. Movimientos suaves, precisos, y con toques sutiles del acelerador.
Unas semana antes de que el Coronavirus invadiera Europa, Clarín Autos tuvo la posibilidad de realizar en territorio austríaco distintas pruebas de manejo sobre la nieve.
Sölden, ubicado a pocos kilómetros de Italia (al sur) y cerca de Alemania (al norte), no solo es uno de los centros de esquí más exclusivos de Europa, sino que es un punto de referencia para todo el turismo invernal de esa parte del planeta.
Y también es un lugar en el mundo de BMW, porque desde hace tres décadas la marca alemana tiene allí una de las bases de su BMW Winter Experience, junto a la de St. Leonhard (Pitztal, Austria) y Arjeplog (Suecia).
Esta experiencia de manejo, más allá de despertar la llamita de la diversión y la curiosidad, tiene básicamente un objetivo: aplicar técnicas de conducción en condiciones de piso nevado o helado. Y si a eso se le suma que las prácticas se realizaron a borodo de un BMW M4 que entrega una potencia de 431 caballos al eje trasero, la especificación y la concentración se elevan al máximo.
La pista está enclavada en el claro de un pequeño bosque en las fueras de Sölden, el pintoresco pueblo de 3.145 habitantes situado en la región del Tirol, cuya cabecera es Innsbruck, ubicada a unos 88 kilómetros. Acaba de ser sede de la Copa del Mundo de esquí alpino, pero ahora es el punto de encuentro de un grupo de periodistas latinoamericanos: Perú, Argentina, Colombia y Brasil.
Antes de comenzar, las primeras indicaciones estuvieron referidas al ajuste en la posición de manejo. Es importante que se ubique las manos en posición horaria 9.15, para así poder girar fácilmente el volante 180° hacia ambos lados. Y que los brazos estén siempre flexionados, con el torso medianamente cerca del aro del volante, cual piloto de rally.
Ubicados en la posición correcta, la segunda consigna fue clara: los movimientos para estas superficies de baja adherencia deben ser suaves y precisos. El acelerador será siempre la clave, el freno quedará casi fuera del menú, y la constante irá por el lado de la maniobra justa.
Con neumáticos especiales con clavos, la dinámica va del sub al sobreviraje casi sin escalas en pruebas de slalom, mientras que dos rotondas sirvieron de epicentro para probar la sensible técnica del derrape controlado: aceleración suave y volantazo, para luego corregir e impedir que el auto no se pase al trompo. Al mismo tiempo el bombeo controlado en el pedal derecho permite recorrer toda la circunferencia como si fuera un vals.
El instructor, comunicado todo el tiempo por radio, da consejos muy puntuales. Hay que tener en cuenta que el driving tiene distintos niveles y que puede contar con conductores avanzados pero al mismo tiempo principiantes en este tipo de condiciones de piso. Tras una primera etapa y un descanso, se vuelve a la pista para repetir las acciones pero sin los controles electrónicos que tanto aportan a la conducción. Allí la acción crece, emociona y también entretiene. Y principalmente concientiza de los riesgos. De solo entrar en trompo, cualquiera puede imaginarse las consecuencias de una acelerada desproporcionada, una frenada exagerada o, lo peor, un exceso de confianza.
De regreso al hotel, el grupo pudo volver a disfrutar de Sölden, de sus 150 kilómetros de pistas de esquí (ubicadas entre los 1350 y los 3340 metros de altitud) y de su enorme sistema de telecabinas y telesillas (mueven 70.000 personas por hora). Una espectacular nevada cerró la jornada, aunque para los turistas ese espectáculo ya es solo visual, porque un moderno sistema de nivelación cubre de nieve artificial el 80% de las pistas.w