Una casa que conecta la tierra con el cielo
Ubicada en Salsipuedes, Córdoba, parece levitar sobre el monte, en medio de un bosque autóctono.
Casa en las nubes está situada en medio de un bosque autóctono en Salsipuedes, una ciudad ubicada a 30 km de Córdoba Capital.
Diseñada por la arquitecta Malvina Zayat, tiene una superficie de 106 m2 y se destaca por su forma de prisma y parece que levitara sobre el monte. Está emplazada en el sector central del lote, con su lado mayor orientado hacia el norte y se pierde entre las nubes.
Al acceso se llega mediante una calle adoquinada que comunica con el subsuelo de la casa. Gracias al desnivel del terreno, este espacio se aprovecha para albergar la batería de tanques cisternas y el estacionamiento.
El recorrido hasta el interior se plantea como una experiencia que comienza en contacto con la tierra y termina en el aire.
Las piedras del terreno conforman canteros y escalones, que terminan en la puerta de una escalera colgante. Ahí se comienza a transitar en el aire, hasta la galería norte, donde recibe una puerta corrediza de madera que permite vislumbrar el interior.
“Al abrirla la incidencia de la luz sobre el revestimiento de madera, color bermellón genera una experiencia espacial escenográfica que culmina en el corazón del hogar: el área social, en comunión con las montañas”, explica la arquitecta.
La casa se organiza de manera que una isla de servicios, iluminados y ventilados cenitalmente, separan las áreas social y privada. Un lado está conformado por un mueble de guardado que resuelve las demandas funcionales de cada espacio. Mientras que hacia el norte y el oeste, la vivienda se abre plenamente, generando una expansión de las actividades interiores hacia la galería.
La materialidad del proyecto fue definida conjuntamente con el estudio del lugar. El gran desnivel del terreno, su composición, la amplitud térmica, la ausencia de agua corriente, el tipo de vegetación y su altura, entre otros aspectos, establecieron que se eligiera un sistema de construcción en seco.
La única parte que se desarrolló en obra fueron los cimientos y la losa de entrepiso. Esta decisión estuvo relacionada con la necesidad de acumular calor en la masa de la losa cuando el sol de invierno ingresa por el norte. Un sistema de paneles plegadizos atenúa los vientos en la galería y tamiza el ingreso de sol del oeste en verano. A la vez que garantiza la seguridad cuando no están los propietarios.
En el exterior, la casa se concibe con una forma geométrica clara de un único material, que se presenta como un velo y está formado por paneles móviles de metal.
En tanto, hacia el sur se colocaron paneles compuestos por chapa blanca con perforaciones estratégicas que aseguran la ventilación cruzada. Además, el color y su disposición suspendida establece en el exterior un diálogo íntimo con el cielo y las nubes.
En cambio, los espacios interiores pretenden fusionarse con el paisaje, explorando la calidez de la madera en cielorrasos, muros, puertas y amoblamientos. Todo resuelto con fenólico de eucalipto.