Racing fue una sombra de la que Central se aprovechó para armar otra fiesta
De principio a fin fue mejor el equipo de Paolo Montero, que se metió en la pelea por entrar a las Copas.
Festeja Rosario Central. Es que se acostumbró a sonreír el equipo de Paolo Montero, que anoche siguió saboreando el éxito ante Newells con una goleada ante un muy apático Racing y se posicionó en zona de clasificación a la Copa Sudamericana, el objetivo de este semestre. Los números avalan semejante alegría: son 9 triunfos, 1 empate y 2 derrotas desde la reanudación del torneo. Y la fiesta de hace ocho días se extendió con un triunfo que incluyó pasajes de buen fútbol, de niveles altos en jugadores de buen pie como Camacho, Colman y Teo Gutiérrez, quien se divirtió con la pelota y se peleó, como casi siempre, con cuanto rival se cruzó.
Sufre Racing. Porque los últimos 15 días se volvieron una pesadilla que incluyó perder ante Independiente el clásico y que se ratificó con todo lo malo que hizo anoche en Arroyito, para mirar desde muy lejos la cima del torneo (está a 10 puntos de Boca) y con preocupación en su carrera para entrar en la próxima Copa Libertadores, justo cuando encara la parte más compleja del fixture.
El contraste de uno y otro se reflejó en el juego. Frente a un envalentonado Central estuvo Racing, un equipo golpeado anímicamente, sin reacción y con errores insólitos en el retroceso que expusieron la sensación de inseguridad de la que habló su técnico hace semanas. Esa de la que no puede escaparse (suma 35 goles en contra en 25 partidos) pese a que se cambie de apellidos en cada jornada (ayer volvió a jugar Leandro Grimi en la Reserva luego de siete meses). El equipo de Cocca brindó demasiadas ventajas incluso siendo consciente del poderío ofensivo de Central, que por momentos encontró a las espaldas de Aued y de Videla el espacio suficiente para elaborar su juego y a las de Gastón Díaz e Insúa los carriles para lastimar. Apático en el ataque -sólo llegó al área de Rodríguez por pelotas largas y no por asociaciones precisas-, falto de confianza -perdió en cada pelota que se disputó en el medioy con poco tacto para entender su (único) momento en el partido.
Racing ni siquiera aprovechó que ese grosero error de Esteban Burgos que derivó en el penal que Lisandro López cambió por gol lo había puesto en una paridad que no había existido hasta entonces. El 1 a 1 era injusto. Y sólo duró lo poco que tardó Central en volver a poner la pelota en el área de Orion. Allí, en un terreno al que los rivales de Racing entran con mucha facilidad, el propio Burgos aprovechó que la pelota quedó cerca suyo y cruzó su derechazo para el 2 a 1. Y entonces, al ver a su rival con la guardia baja, los de Paolo Montero entendieron que no debían dejar pasar la chance de noquear. Ese cabezazo en soledad de Camacho ante la mirada pasiva de toda la última línea de Racing terminó de confirmar que la noche iba a ser azul y amarilla.
Es cierto: en el primer tiempo el árbitro Ariel Penel debió expulsar a Hernán Menosse, quien estando amonestado, pisó en el suelo a Gastón Díaz. Con el juego 0 a 0, el partido pudo ser distinto si quedaban once de un lado y diez del otro. Pero no ocurrió y la goleada la construyó Central, un equipo que pareció hallar un ADN que incluye sacrificio en todas sus líneas para recuperar la pelota; intensidad para posicionarse en el ataque constante; y pinceladas de lucidez que le dan hombres de jerarquía como lo son Gutiérrez o Ruben. Con el colombiano, uno de los puntos altos en la noche, ocurrió lo que pasa cada vez que salta a la cancha focalizado en jugar al fútbol. Así, hizo el 1 a 0 y no lo celebró por su paso por Avellaneda; consiguió correr de eje a todo Racing con su juego provocador; y terminó armando esa contra que cerró con el gol de Lovera para el 4 a 1 del final. Para que la fiesta vuelva a teñirse con los colores de Central y para que Racing se vuelva de Rosario con muchas más preocupaciones de las que trajo cuando llegó.