Vélez se derrumbó en quince minutos para prolongar su karma de visitante
“El partido se terminó a los 15 minutos”. Sin dar vueltas ni poner excusas innecesarias, Omar De Felippe hizo el mejor resumen posible de lo que ocurrió ayer en el estadio Malvinas Argentinas. Porque efectivamente solamente un cuarto de hora necesitó Godoy Cruz para liquidar a un Vélez que volvió a mostrar un nivel preocupante y dejó Mendoza con demasiadas dudas.
Tres jugadas tempranas y puntuales marcaron el desarrollo del encuentro. La gran definición de Juan Garro a los tres minutos, la justa expulsión de Fausto Grillo a los 15 y el golazo del “Morro” Santiago García que llegó a la salida de ese tiro libre que nació con la roja.
Lo que siguió después fue adorno. Godoy Cruz, que sigue de festejo tras avanzar a los octavos de final de la Copa Libertadores y ganar el clásico en San Juan, se lució en esa etapa inicial. Las corridas de Garro y de Ángel González, la claridad de Gastón Giménez en la gestación y la jerarquía de García fueron demasiado para un Vélez desahuciado. Y si no estiró la ventaja fue por un fallo poco creíble del uruguayo o por alguna buena intervención de Aguerre.
Vélez padeció en esos 45 minutos. El plan de juego se desvaneció muy rápido y quedó a merced de un Godoy Cruz inspirado. “En el entretiempo hablamos mucho. Teníamos que cambiar las formas que mostramos en el primer tiempo”, admitió De Felippe.
Y mejoró en el segundo tiempo el conjunto visitante. Aprovechó que Godoy Cruz se relajó y con orgullo fue a buscar el descuento. Estuvo cerca con un remate de Diego Zabala que rebotó en el palo y con un cabezazo de Lautaro Giannetti que sacaron en la línea. Pero no era la tarde para soñar con la hazaña.
Mucho menos cuando Garro, un producto de las inferiores tombinas que a fuerza de despliegue y de goles logró cambiar murmullos por ovaciones, se asoció de nuevo con el uruguayo García para cerrar su tarde soñada con otro gol.
“Hay un problema de fondo, nos cuesta mucho de visitantes. El equipo afuera de Liniers cambia mucho en las formas”, fue el diagnóstico del entrenador de Vélez. Tan mala fue la tarde para su equipo que ni siquiera Mariano Pavone, su faro en ataque, pudo decorar el resultado porque su penal en el último minuto casi rompe el travesaño.
“Ahora hay que trabajar y empezar a a ser un poco más agresivos”, pidió De Felippe, el único que habló en el vestuario perdedor tras la dura caída, que otra vez ve de cerca a los equipos que están peleando por la permanencia en Primera. Los jugadores se fueron en silencio mientras los dirigentes, con Raúl Gámez a la cabeza, descartaban cualquier posibilidad de cambio de conducción.