Clarín - Deportivo

Gloria para el club del otro Grobocopat­el

Argentino Agropecuar­io de Carlos Casares. Fue fundado hace apenas seis años y subió a la B Nacional.

- Enrique Gastañaga egastanaga@clarin.com

Tiembla Carlos Casares. Es el terremoto de la felicidad. Se mueve esa ciudad-pueblo que alguna vez supo movilizars­e por las hazañas en el automovili­smo de Roberto Mouras, aquel inolvidabl­e tricampeón del Turismo Carretera. Ahora el estallido lo provoca un equipo para la historia: Argentino Agropecuar­io. Ese club fundado el 23 de agosto de 2011, hace apenas seis años, acaba de saltar del Federal A hacia la B Nacional. Sí, ¡a la segunda categoría del fútbol argentino! El fenómeno supera inclusive al presidente, al otro Grobocopat­el, a Bernardo. Este Grobocopat­el no es Gustavo, no es el Rey de la Soja... Es el primo, es su ahijado y punto. En esta hazaña futbolera, nada tiene que ver el Grobocopat­el famoso. De todos modos, se trata de un detalle. Aquí se impone el valor de soñar. Y todo lo eclipsa esa locura colectiva.

Lo que sucedió a seis cuadras del centro de Carlos Casares, en la casa de Mariano Barufaldi, el arquero suplente, se repitió en cada rincón de este sitio bonaerense donde viven unas 20 mil personas, a 300 kilómetros de la Capital Federal, sobre la Ruta 5. Menos cuatro futbolista­s que por cábala no se movieron de sus hogares, todos se reunieron para comer un asado y seguir por DeporTV el partido en Salta, donde Gimnasia y Tiro recibía a otro Gimnasia, al de Mendoza. Tenía fecha libre Agropecuar­io y para ascender necesitaba ayuda de los salteños, pero había pesimismo porque ponían muchos

suplentes. Sin embargo, esa formación semialtern­ativa se impuso 1-0. Entonces, en el quincho del arquero Barufaldi se desató una explosión de placer. Volaron los vasos, las botellas

y los platos con el asado pagado por el presidente... Todo al piso. Bailaban, cantaban, saltaban, lloraban... No sabían qué hacer.

Los jugadores de Agropecuar­io salieron corriendo a la calle. Los vecinos hicieron lo mismo. Nacía la fiesta. El primer destino de reunión general fue obvio: esa cancha ubicada a 300 metros de la ciudad, en un predio de 17 héctareas y con capacidad para 5.000 hinchas, que se agrandará a 16.000, proyectada con plateas nuevas y con ocho cabinas de transmisió­n para esperar como correspond­e a la tele. Luego, caravana por las calles. Autos, camiones, motos, bicis y... el vehículo-símbolo: un tractor, aportado por un vecino con los colores del equipo, verde-esperanza y rojo-pasión. El tractor de la postal para la memoria, con el chico del momento posando tomado del volante con una mano y con la otra bien en alto. El es el capitán, el “9” y el goleador con sangre propia, de Bellocq, a 50 kilómetros de Carlos Casares: Gonzalo Urquijo. El atiende el teléfono ante el llamado de Clarín y pide disculpas por la voz: casi que la perdió.

“Nunca imaginé algo igual. Cuando vimos la formación de Gimnasia y Tiro, no pensamos que hoy podíamos festejar. Pero el fútbol tiene estas cosas. Aquí estamos. No lo puedo creer”, devuelve Urquijo, 27 años y profe de Educación Física. Y recuerda: “Esto es el fruto de una linda locura. Bernardo (Grobocopat­el) me vino a buscar cuando estaba por fundar el club para pedirme que jugara en su equipo. Ese día me dijo: ‘En cinco años quiero estar en la B Nacional’. Pensé que estaba loco, pero lo vi tan convencido que le dije que sí. Y aquí estamos”.

¿Dónde está el presidente? En Carlos Casares, no. En Brasil. En Río de Janeiro, en las playas del Club Med. Acompañado por su esposa María y por sus hijos Valentín, Juliana y Pedro, ahí Bernardo Grobocopat­el vivió el partido que se desarrolla­ba en Salta y que disparó la concreción de la hazaña tan soñada. Desde ahí, expuso sus sensacione­s a Clarín: “Tengo un carácter fuerte y no me quise quedar en Casares. Tenía unas cosas que hacer en San Pablo y, de pasada, a la vuelta, paré acá, en Río, con mi familia. Quería verlo por el celular, por DeporTV, pero miré un ratito y después lo seguía por los mensajes que me mandaban. Me dolía el estómago. En un momento, me quedé solo, observando el mar y, cuando pasaban los minutos, el final se acercaba y estábamos ascendiend­o, me largué a llorar. Pensaba en muchas cosas”.

Entre esos pensamient­os, surgió el padre, Jorge: “Mi viejo estaba en coma y murió hace dos años y pico. Yo le prometí que alguna vez Racing iba a jugar por los puntos en Casares. Y no voy a parar hasta lograrlo. El me transmitió el amor por el fútbol y por Racing. Me llevó a la cancha desde los cuatro años. Y en esta locura siempre me acompañó. Vencí un prejuicio:

muchos decían que yo tenía todo, pero me faltaba el fútbol. Yo soy un enfermo del fútbol”, cuenta Bernardo Grobocopat­el. Igual que el goleador Urquijo, el presidente Grobocopat­el tampoco creía que este domingo sería el de la gloria, aunque el DT José María Bianco (el Chaucha, ex Independie­nte, Newell’s y Arsenal, entre otros) lo había tranquiliz­ado: “Me dijo: ‘Bernardo, ojo eh, conozco a los suplentes que pone Gimnasia y Tiro. No va a ser tan fácil que los mendocinos les ganen. Tenía razón el Chaucha”. Justamente Bianco siguió lo que ocurría en Salta desde Rosario, adonde viajó por un problema de salud de su mamá. Argentino Agropecuar­io es conocido como “El Sojero”, un apodo que no molesta. Eso sí,

hay una asociación repetida que todos buscan terminar: no hay relación del club con

Gustavo Grobocopat­el. El Rey de la Soja en esta historia nada tiene que ver. “Creo que fue una sola vez a vernos. Bernardo es el presidente, el que que está siempre y el que va a todas partes con nosotros”, remarca el goleador Urquijo. Y Bernardo Grobocopat­el redondea: “Gustavo es el Rey de la Soja, el famoso de la familia. Tiene una gran empresa. Es mi primo, pero creo que ni conoce la cancha. No trabajamos juntos. Yo trabajo por mi parte. Tengo campo y una empresa de logística, con unos cien empleados. Gustavo no tiene nada que ver en el fútbol. Y lo mío es el perfil bajo”.

Ahí está Argentino Agropecuar­io, el club del otro Grobocopat­el. En 2015 se ilusionaba en el Federal C; el año pasado subió del B al A; y ahora se transformó en el equipo más joven en ascender a la B Nacional, donde ya participan seis de sus categorías en inferiores con la dulce revolución que implica para los chicos de esa ciudad-pueblo. ¿Y de aquí en más? “Si uno piensa en armar un equipo para salvarse del descenso, desciende. Hoy termino de festejar y mañana ya me pongo a pensar en cómo llegar a la A”, anuncia Bernardo Grobocopat­el. Y hay que creerle. Loco no está.

“Vencí un prejuicio: decían que yo tenía todo, pero me faltaba el fútbol, esto... Soy un enfermo del fútbol. Ahora a pensar cómo llegar a la A”. Bernardo Grobocopat­el PRESIDENTE DE AGROPECUAR­IO

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TWITTER El goleador y el ídolo del pueblo. Gonzalo Urquijo festejó arriba de un tractor.
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El presidente. Bernardo Grobocopat­el.
 ??  ?? El equipo. Un festejo de vestuario.
El equipo. Un festejo de vestuario.

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