Banfield también dejó atrás a Gimnasia con oportunismo, quedó tercero y todavía cree
El 2 a 1 pudo ser empate. Pero Cvitanich no perdonó. Gimnasia luchó pero le faltó peso en ofensiva.
Caballo que alcanza, ganar quiere. El popular dicho de la jerga burrera la calza de maravillas a las intenciones de este Banfield que, con el taladro entre los dientes, no se rinde y da pelea, honesta y tozudamente, a los equipos que discuten el torneo palmo a palmo en las fechas decisivas.
Ayer, en el Bosque, solo con algunas moneditas de más se sacó de encima a un Gimnasia envalentonado que hasta cierto momento del partido le hizo fuerza suficiente como para que se conformara con el empate. La igualdad no le servía. El milagro de que alguna combinación de resultados ajenos lo siente en el trono es posible y para eso debía ganar. Y ganó. Con lo justo, pero ganó.
Hay técnicos experimentados y exitosos que triunfan en un club, después van y vienen por aquí y por allá con suerte dispar y luego vuelven allí donde mejor se encuentran. El caso de Pelusa Falcioni es patente: su lugar en el mundo es verde y blanco. Lo hizo en 2009. ¿Y si repite en 2017?
Estimulado por su victoria de la fecha anterior ante Colón en Santa Fe y tras la salida de Alfaro, Gimnasia volvió de las tinieblas. Ahora es un equipo que “parece que juega a algo…”, y nada más que con eso le alcanza y sobra para tratar de, al menos por algunos decisivos pasajes del juego, ir corriendo hasta el arco de enfrente.
Hasta cerca del final de la primera mitad inicial estaban en una denodada lucha de palo y palo en mitad de la cancha, hasta que Maximiliano Coronel le cometió una infracción a Brian Sarmiento a 20 metros fuera del alcance de su radar y le dejó servido el tiro libre accesible a la propia víctima de la patada. Favorecido porque el sol le daba en el rostro al arquero (¿y la gorra?), Sarmiento tiró combado por sobre la barrera, la pelota dio en la base del palo derecho y Civelli pescó el rebote goleador.
¿Mucho premio? Quizás, dirán los del Lobo, que también desperdiciaron un par de situaciones favorables en esa primera mitad.
Abajo en el resultado, Gimnasia reaccionó tras la reanudación con una postura más agresiva. Se adelantaron los laterales, en especial Facundo Oreja, y Brian Alemán se las ingenió para tomar protagonismo, escapando de los volantes adversarios. Y destapado en el fondo por el bendito efecto de la manta corta, miró como Cvitanich rifaba un contragolpe de 4 contra 1 y allí nació el gol del empate de Mauricio Romero, con gran cabezazo tras un córner de Alemán.
Si el gol de Banfield fue un premio a su búsqueda el de Gimnasia también lo fue. Y la mano quedó igualada solamente por 8 minutos.
El de Falcioni es claramente un equipo compuesto por módulos, meticuloso y que sabe reparar sus propios errores. Justamente eso hizo Cvitanich, a los 29, cuando encontró la revancha a su yerro anterior y clavó un cabezazo ganador con el que Banfield selló el resultado.
Mientras Boca y River sacan cálculos logarítmicos en el tramo decisivo del torneo, Banfield no hace otra cosa que ganar pensando, simplemente, en el que el milagro se ser campeón, todavía es posible.