Clarín - Deportivo

Banfield también dejó atrás a Gimnasia con oportunism­o, quedó tercero y todavía cree

El 2 a 1 pudo ser empate. Pero Cvitanich no perdonó. Gimnasia luchó pero le faltó peso en ofensiva.

- Mario Rueda laplata@clarin.com

Caballo que alcanza, ganar quiere. El popular dicho de la jerga burrera la calza de maravillas a las intencione­s de este Banfield que, con el taladro entre los dientes, no se rinde y da pelea, honesta y tozudament­e, a los equipos que discuten el torneo palmo a palmo en las fechas decisivas.

Ayer, en el Bosque, solo con algunas moneditas de más se sacó de encima a un Gimnasia envalenton­ado que hasta cierto momento del partido le hizo fuerza suficiente como para que se conformara con el empate. La igualdad no le servía. El milagro de que alguna combinació­n de resultados ajenos lo siente en el trono es posible y para eso debía ganar. Y ganó. Con lo justo, pero ganó.

Hay técnicos experiment­ados y exitosos que triunfan en un club, después van y vienen por aquí y por allá con suerte dispar y luego vuelven allí donde mejor se encuentran. El caso de Pelusa Falcioni es patente: su lugar en el mundo es verde y blanco. Lo hizo en 2009. ¿Y si repite en 2017?

Estimulado por su victoria de la fecha anterior ante Colón en Santa Fe y tras la salida de Alfaro, Gimnasia volvió de las tinieblas. Ahora es un equipo que “parece que juega a algo…”, y nada más que con eso le alcanza y sobra para tratar de, al menos por algunos decisivos pasajes del juego, ir corriendo hasta el arco de enfrente.

Hasta cerca del final de la primera mitad inicial estaban en una denodada lucha de palo y palo en mitad de la cancha, hasta que Maximilian­o Coronel le cometió una infracción a Brian Sarmiento a 20 metros fuera del alcance de su radar y le dejó servido el tiro libre accesible a la propia víctima de la patada. Favorecido porque el sol le daba en el rostro al arquero (¿y la gorra?), Sarmiento tiró combado por sobre la barrera, la pelota dio en la base del palo derecho y Civelli pescó el rebote goleador.

¿Mucho premio? Quizás, dirán los del Lobo, que también desperdici­aron un par de situacione­s favorables en esa primera mitad.

Abajo en el resultado, Gimnasia reaccionó tras la reanudació­n con una postura más agresiva. Se adelantaro­n los laterales, en especial Facundo Oreja, y Brian Alemán se las ingenió para tomar protagonis­mo, escapando de los volantes adversario­s. Y destapado en el fondo por el bendito efecto de la manta corta, miró como Cvitanich rifaba un contragolp­e de 4 contra 1 y allí nació el gol del empate de Mauricio Romero, con gran cabezazo tras un córner de Alemán.

Si el gol de Banfield fue un premio a su búsqueda el de Gimnasia también lo fue. Y la mano quedó igualada solamente por 8 minutos.

El de Falcioni es claramente un equipo compuesto por módulos, meticuloso y que sabe reparar sus propios errores. Justamente eso hizo Cvitanich, a los 29, cuando encontró la revancha a su yerro anterior y clavó un cabezazo ganador con el que Banfield selló el resultado.

Mientras Boca y River sacan cálculos logarítmic­os en el tramo decisivo del torneo, Banfield no hace otra cosa que ganar pensando, simplement­e, en el que el milagro se ser campeón, todavía es posible.

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FOTOBAIRES El primero. Renato Civelli empieza a celebrar su gol, el primero de Banfield, tras aporvechar un rebote en el palo. Detrás, grita Matheu,

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