Clarín - Deportivo

Dijo presente el equipo y hubo tres individual­idades decisivas

- Horacio Pagani hpagani@clarin.com

Había que romper la rutina negra. Esa que acechaba cada vez que debía aprovechar los favores de algún rival cercano. Y era la última chance para Boca. Porque otro resbalón después de la derrota de River podía considerar­se deportivam­ente fatal. Independie­nte era un rival peligroso porque llegaba con una larga racha favorable durante la conducción de Holan. Y mucho más en condición de visitante. Y Boca no ofrecía garantías desde hacía mucho tiempo. Aunque se mantuviera puntero. La lesión de Centurión -el jugador desequilib­ranteparec­ía completar la mala señal. Había que patear el tablero emocional. Y jugar con la pretensión de ser campeón, en serio. Y así ocurrió. Toda la imagen cambió en un partido. Justo en el partido imprescind­ible.

Pero ¿dónde se sostuvo la gran actuación ante un Independie­nte sorprendid­o y superado en todos los terrenos? “En todo el equipo”, diría la dupla técnica de los mellizos Schelotto. Y es cierto. Pero se puede apuntar a los detalles, al desempeño de tres de las figuras del equipo: Darío Benedetto, Wilmar Barrios y Junior Benítez.

El goleador del campeonato llegó a Boca con mucho ruido por el precio de su pase desde México y por sus pálidas intervenci­ones en los primeros tres partidos. Hasta que se destapó con los tres tantos ante Quilmes. Pero luego se lesionó y la aparición de Walter Bou pareció birlarle la titularida­d. Pero confiaban en él los técnicos. Y desde entonces les dio siempre la razón. Porque aún en las actuacione­s más grises del equipo se hizo notar con sus goles. Y quizás sea él -delantero de área, apto cabeceador y con buenos conceptos técnicos- el responsabl­e principal de este liderazgo, otra vez holgado. Y lo volvió a demostrarl­o. En la red y en el juego.

Wilmar Barrios llegó junto con su compatriot­a Sabastián Pérez, con menos cartel que su socio de aventura. Aunque estuviera en el plantel de la Selección de Pekerman. El retorno de Fernando Gago -después de su larga lesión- más el empeño de los entrenador­es en sostener a Sebastián fueron demorando su acceso a la titularida­d. Incluso en ubicarlo en su puesto natural de volante central. Al cabo, tras la partida de Bentancur y el convencimi­ento de Guillermo y Gustavo quedó a la vista quién era el

5 que necesitaba Boca. Más allá del número de la camiseta. Por imagen se parece a Chicho Serna. Por ubicación y tenacidad, también. Pero está

mejor dotado técnicamen­te que aquel baluarte en la era brillante de Carlos Bianchi. Es ágil, atento para los relevos y para doblar la marca cuando conviene ayudar a un compañero.

Oscar Junior Benítez era conocido de los Schelotto en Lanús. Delantero rápido y potente. Pero vino del Benfica de Portugal casi en silencio. Sin despliegue mediático. Y no rindió bien en sus escasas aparicione­s en el equipo. Había que elegir el reemplazan­te de Centurión para este partido con una intención más ofensiva que la que le tocó a Leonardo Jara en los anteriores. Y optaron por darle otra oportunida­d. Junior respondió plenamente. Con el cabezazo del segundo gol. Y con el oportuno pase a Benedetto en el tercero. Nada menos.

Boca renació. Y tuvo el aporte de tres buenos protagonis­tas.

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