“Que de la mano de los Mellizos...”
De repente, la platea Norte se ilumina con bengalas. Y esas voces que poco tuvieron de neutrales desatan las gargantas y bajan un mensaje que no es otra cosa que un reconocimiento. “Que de la mano de los Mellizos, todos la vuelta
vamos a dar”, se grita en la tribuna. Y ahí está Guillermo, contra la línea de cal, como cuando era ese “7” bravo que desequilibraba en el Boca más exitoso. Está de camisa y traje y su socio ya no es Martín Palermo sino su hermano, Gustavo, aquel volante de perfil bajo que trabaja en silencio y es el cerebro del cuerpo técnico.
Sucede después del tercer gol, el penal que marca Fernando Gago. Y es merecido, a fin de cuentas. Porque Guillermo llegó al Boca campeón de Rodolfo Arruabarrena en el medio de un campeonato con tantos desniveles que dejaron al Vasco sin el banco azul y oro. “A partir de
junio, será mi responsabilidad”, dijo el ídolo nacido en La Plata. Superó la derrota en las semifinales de la Copa Libertadores ante el sorprendente Independiente del Valle y se propuso ganar el campeonato. Quedan seis puntos en juego y, más allá del galope de River y Banfield, la sensación es que el Mellizo disfrutará de su primer vuelta olímpica como entrenador
xeneize. Tal vez el miércoles, ante Olimpo en Bahía Blanca, como ocurrió hace una docena de años de la mano de Alfio Basile. Quizá el domingo, contra Unión en la Bombonera.
“Guilleeeeermo, Guilleeeeermo”, canta el coro de 10.000 hinchas de Boca que desafían la distancia y aprovechan la oferta de Aldosivi, que vendió entradas para “neutrales” o “amantes del fútbol”, como describió su presidente, José Moscuzza, muy a pesar de las restricciones para los visitantes. No hubo banderas con los colores del puntero. Apenas un trapo blanco con letras azules, toda una declaración de principios:
“Román es Boca”. Fue un simpatizante que tomó partido por Riquelme en la pelea de vedettes que Carlos Tevez empezó desde China.
Eso sí, pudieron advertirse algunas camisetas de Boca, aquellas que pasaron inadvertidas para los 700 policías que dispuso el operativo de seguridad. Hubo directivas de la APreViDe para el cacheo de los agentes bonaerenses, quienes se llevaron bolsones con ropas de azul y oro, camperas y casacas. Fueron estrictos con la vestimenta, pero dejaron pasar a la gente con bengalas y globos con los colores de Boca. Para aquellos xeneizes que compraron las localidades y vinieron hasta el José María Minella, fue una fiesta. Para el resto, un papelón que Juan Manuel Lugones, titular del organismo de seguridad, calificó como un éxito.
“No vinieron los barras y eso es muy bueno.Hubo pequeñas bengalas y, como el organizador fue Aldosivi, seguramente será sancionado y en el próximo partido sólo podrán venir los socios. Así como priorizaron la recaudación, que fue buena, también deben hacerse cargo de las malas”, sostuvo el capo de la APreViDe. El Tiburón, pese a la goleada, recaudó 15 millones de pesos. Con ese dinero podrá cubrir tres meses del presupuesto del plantel profesional. Priorizó el negocio Aldosivi. Y los hinchas de Boca lo disfrutaron. También Barros Schelotto, que gozó con el tributo de la gente.