Clarín - Deportivo

Gustavo Fernández y el arte de llegar al número uno sin sponsors

Tiene una beca del ENARD, pero la ropa, las raquetas y la silla de ruedas para competir corren por su cuenta.

- Luciana Aranguiz laranguiz@clarin.com

Él sabe que su nombre aparece hoy por primera vez en el primer lugar del ranking mundial de tenis adaptado. Y sabe que ese es un hecho histórico para el tenis argentino, que nunca antes tuvo un número uno en singles a nivel profesiona­l. Pero aunque eso lo llena de orgullo, cuando charla con Clarín a la distancia, en su voz se refleja la misma sencillez de siempre. Gustavo Fernández llegó a lo más alto, pero sigue hablando de mejorar y de pulir más su juego. Porque el cordobés entiende que esa posicion de privilegio es la consecuenc­ia de años de trabajo, perseveran­cia y una dedicación absoluta a su deporte. Y todo con el respaldo de su gente, pero sin el apoyo de sponsors privados que lo ayuden a bancar los gastos de un circuito que tiene una exigencia tan alta como la del ATP, pero no las mismas comodidade­s ni facilidade­s.

“Todavía no caigo mucho, pero estoy muy orgulloso por todo lo que costó. Es muy emocionant­e y se disfruta mucho que el trabajo de muchos años pague. Si bien nunca nos pusimos como objetivos los resultados y nunca pensamos que si no llegaba a ser número uno mi carrera era un fracaso, esto es muy satisfacto­rio porque lo ‘ merecíamos’, aunque a veces merecerlo no significa nada. Hace mucho venimos trabajando y bus- cándole la quinta pata al gato para evoluciona­r tenísticam­ente. Y dentro de tanta evolución, era lógico que en algún momento se diera esto de pasar a dominar”, reconoce el nacido en Río Tercero hace 23 años, que desplazó del número uno al británico Gordon Reid.

Fernández responde las preguntas de Clarín desde Londres, donde desde el jueves se presentará en Wimbledon. Allí, en el mítico All England Lawn Tennis and Croquet Club se cruzará con los mejores jugadores del mundo. Tal vez se entrenará en la misma cancha que Roger Federer, almorzará a pocos metros de Andy Murray o se cruzará en los pasillos con Rafael Nadal. Aunque algo lo distinguir­á de esas grandes estrellas a la hora de salir a la cancha. El cordobés, flamante número uno y ganador de dos títulos de Grand Slam en singles, jugará con ropa que se compró él mismo.

Y no sólo la indumentar­ia corre por su cuenta. También las dos armas que necesita para salir a la cancha, sus raquetas y la silla de ruedas para competir (diferente a la que usa para manejarse en la calle), que cuesta entre seis mil y diez mil dólares.

“Conseguir sponsor privados en Argentina es imposible. Ojalá en un futuro la gente abra más la cabeza y se pueda cambiar esta realidad, pero hoy en general es muy difícil. Yo nunca tuve un sponsor de relevancia. Eso deja claro cómo va la cosa”, explica Fernández, que en lo que va de la temporada ganó el Abierto de Australia, fue finalista en Roland Garros y sumó además otros cuatro títulos. Impresiona­nte.

Sin la ayuda de empresas privadas, ¿cómo hace para costear los gastos para hacer carrera en el circuito?

“Tengo una beca del ENARD ( NdR: La de proyección olímpica, segunda en importanci­a, de 22.500 pesos mensuales), que además se encarga de pagar los costos de viajes y hospedaje y algún otro extra que pueda aparecer”, cuenta el campeón de Roland Garros 2016 y del Abierto de Australia 2017.

“Una vez que armamos el calendario, mi entrenador, Fernando San Martín, lo presenta al ENARD. Elegimos los vuelos y los hoteles tratando de acomodar todos los viajes dentro del presupuest­o que nos dan. Por suerte, esto nos permite competir con las potencias de primer nivel mundial, estando en desventaja geográfica y económica”, explica quien se contagió el gusto por la competenci­a de su papá Gustavo, pentacampe­ón de la Liga Nacional de Básquetbol, y de su hermano Juan, ex base de la Selección.

Lleva en la sangre la dedicación y el amor por el deporte. Tal vez por eso no sorprende que ni su discapacid­ad ni los obstáculos que implica ser deportista de alto rendimient­o en Argentina hayan logrado frenarlo.

“La vida en el circuito de un tenista en silla de ruedas, sobre todo los top 20, es como la vida de un top 100 de la ATP. Tenés que volcar todo al tenis y dedicarle tu vida; viajar mucho, competir mucho, estar al tope y tomártelo con suma profesiona­lidad. Hoy, el circuito demanda eso y hay que estar a la altura. Nosotros lo venimos haciendo desde hace mucho tiempo y el número uno no va a cambiar nada”, reflexiona Gustavo, el argentino que a puro trabajo llegó a lo más alto.

Nunca le presté mucha atención al ranking. Pero es un orgullo y una satisfacci­ón enorme ser el número uno”. Es muy difícil conseguir un sponsor en la Argentina. Se podría cambiar eso, si la gente evoluciona­ra y abriera la cabeza”.

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Premio al esfuerzo. Gustavo Fernández logró un hecho histórico.

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