A la altura de los mejores
El argentino superó al francés Pouille en cuatro sets. Y mañana jugará con el duro español Carreño. La preocupación es por una molestia en el aductor de la pierna derecha.
Venció al francés Pouille y por primera vez en su carrera se situó entre los ocho que definirán un Grand Slam. Lo espera el español Carreño. El argentino terminó con una molestia en la pierna derecha. Hoy Del Potro enfrentará al austríaco Thiem, octavo en el ranking.
Pequeño gigante, Diego Schwartzman, 29° favorito, avanza a paso firme en el Abierto de Estados Unidos (27.193.400 dólares; cemento). Sin achicarse ante rivales de mayor jerarquía y mejor ranking que el suyo y demostrando cada vez que sale a la cancha el crecimiento y la evolución que experimenta desde hace más de un año, el porteño da que hablar en Flushing Meadows. Ayer dio un paso más y se metió por primera vez en su carrera en los cuartos de final de un Grand Slam. No lo frenaron el juego de Lucas Pouille (16°) y una molestia en el aductor de su pierna derecha que le quitó movilidad en el último tramo del partido y lo dejó muy preocupado. Con mucho amor propio y mucha garra se impuso por 7-6 (7-3), 7-5, 2-6 y 6-2 ante el francés y se ganó un lugar entre los ocho mejores del último gran torneo de la temporada.
Tras la demora provocada por la lluvia que volvió a robarse el protagonismo en el arranque de la jornada en Nueva York, Schwartzman saltó a la cancha para buscar mejorar la que -hasta ayer- era su mejor actuación en un Grand Slam. Confiado tras el batacazo ante el croata Cilic, el porteño jugó en un gran nivel los dos primeros sets aunque tuve que esforzarse para sacarle ventajas a Pouille.
Con un tenis agresivo y un drive imparable, mucha paciencia e inteligencia para aprovechar sus virtudes y sus momentos y una gran facilidad para moverse, el 33° del ranking fue de a poco marcando diferencias.
El primer set fue tan parejo que llegaron al tie break con un quiebre por lado y 37 puntos ganados por cada jugador. Entonces Schwartzman tomó las riendas y se llevó el desempate por un amplio margen.
Pouille fue el primero en sacar ventaja en el segundo parcial aunque no pudo mantener el ritmo. Sin perder la concentración, Schwartzman aprovechó su drive y su devolución -esa que su entrenador Juan Ignacio Chela destacó como una de sus mejores armas- para dar vuelta la historia y
llevarse también ese segundo set.
En el tercero se vio lo mejor de Pouille, que además se benefició de la baja en el rendimiento de Schwartzman por esa molestia en el aductor que apareció en el sexto game. Ya con el marcador 5-2 en contra, el ganador pidió la atención del médico que le masajeó la zona y luego le colocó una venda.
“Me tiró, ¿qué querés que haga?”, le dijo preocupado a su cuerpo técnico antes del arranque del cuarto parcial en el que luchó mucho para moverse en la cancha. Dolorido y frustrado, no pudo evitar que Pouille le quebrara el saque. Pero el perdedor no supo aprovechar su oportunidad, erró muchos tiros y dejó que su rival se recuperara. Con mucho dolor y con más cabeza que juego, Schwartzman se agrandó y empujado por el apoyo del público selló el pase.
Tuvo razones para celebrar a lo grande. Para levantar los brazos al cielo, lanzar un grito de guerra al aire del Grandstand o tirarse de espalda sobre el cemento neoyorquino como había hecho en sus triunfos anteriores. Sin embargo se limitó a apretar el puño sin mucha efusión y su festejo pasó casi inadvertido. Porque ese dolor en la pierna le encendió una alerta de cara a lo que se viene. Habrá que esperar para ver cuán importante es la molestia. Auque pase lo que pase, Schwartzman ya dejó su marca en esta ciudad.
Con el triunfo se aseguró escalar hasta el 26° puesto del ranking y se transformó en el séptimo argentino en alcanzar los cuartos de final en este torneo después de Guillermo Vilas, David Nalbandian, Guillermo Coria, Mariano Zabaleta, el propio Chela y Juan Martín Del Potro.
Además, con él y Del Potro en cuartos y octavos respectivamente, esta ya es la mejor participación argentina en un Grand Slam desde Roland Garros 2012 cuando el tandilense alcanzó los cuartos de final y Juan Mónaco, los octavos de final.
Y, dato curioso, Schwartzman se convirtió en el jugador de menor estatura que se mete entre los ocho mejores de un Grand Slam desde que el peruano Jaime Yzaga lo logró aquí mismo en 1994. Yzaga mide 1,70 metros, lo mismo que Schwartzman, el pequeño gigante que sigue avanzando a paso firme en la ciudad de los rascacielos. Y de sus ilusiones bien altas.