Racing empezó chocando y terminó siendo eficaz para golear a un débil Temperley
Con línea de cinco, soltó a Pillud y Soto pero nunca fue claro. El gol de Triverio abrió el fondo rival y se le hizo más fácil para marcar la diferencia de jerarquías.
¡Qué le van a hablar de los cinco defensores a los hinchas de Racing! Nadie se anima a cuestionar una decisión del técnico con mejor porcentaje de eficacia en la historia del club. “Que de la mano, de Diego Cocca, todos la vuelta vamos a dar”, cantan los bajo la lluvia en el Cilindro. Y es que la victoria 4-1 ante Temperley es un nuevo resurgir para la Academia. Justo después de la dolorosa eliminación por Copa Argentina. Justo antes de enfrentar a Corinthians en Brasil.
Es extraña la metamorfosis que experimentó Cocca. Ya no queda nada del discuro dulce y del juego de ataque que supo abrazar en Defensa y Justicia. La idea no es la misma y no está mal. Los técnicos deciden y todo método es válido. Cocca ahora piensa primero en su arco. Por eso no sorprendió la inclusión de cinco defensores para jugar de local ante un rival ampliamente inferior como Temperley. La intención del laureado entrenador -campeón en 2014- es encontrar solidez defensiva y crecer a partir de ahí. Proteger a su arquero y maximizar las situaciones de gol.
El esquema y los jugadores marcan el pulso de los equipos. No es lo mismo atacar por las bandas con dos defensores (Alexis Soto e Iván Pillud) que hacerlo con volantes ofensivos o delanteros. Se repite: son decisiones respetables que persiguen una idea. Llegó mucho por los extremos la Academia, pero le costó terminar las jugadas. Con el correr de los minutos Augusto Solari se pudo acomodar a la posición y no se chocó tanto con Pillud. Lo mejor de Solari es el desborde: le cuesta jugar sin espacios y sin tiempo. La banda es su hábitat. Igual, se las arregló para asociarse con Zaracho, González y Pillud. Del otro lado, Soto se conectó mucho con Licha López. Generó cuatro claras Racing y no sufrió en defensa. Y lo que proyectó Cocca quedó realizado: inquietar sin que lo inquieten. El pelotazo de Musso y el gol de Triverio pusieron la frutilla al postre.
Que los arqueros sepan jugar con el pie no es indispensable, pero sí un recurso extra que se puede volver positivo para iniciar la elaboración o para contragolpear mediante un remate desde su meta. Y esa virtud, al cabo, hace más completo al único futbolista autorizado a utilizar las manos, más allá de los laterales. Y Juan Musso se recibió anoche en un número uno de Primera. Con todas las letras. Porque ya había tenido algunas actuaciones destacadas, pero lo del sábado lo llenará de confianza.
Se moría el primer tiempo. Racing, muy a pesar de no tener volumen de juego, merecía la ventaja. Un centro pasado de Scifo encontró los guantes seguras de Musso, que antes de dsscolgar la pelota ya sabía que arriba, cincuenta metros adelante, Enrique Triverio estaba mano a mano con Di Ciancio. El derechazo de Musso viajó planeando por el cielo del Cilindro. Y se transformó en un meteorito
que explotó en el arco de Temperley. Gastón Aguirre, retrocediendo, desvió el balón y le dejó servido el gol a Quique, quien lo empujó a la red tras eludir a Ayala. Por un pase gol del arquero alcanzó la ventaja la Academia ante el tímido Temperley.
En el segundo tiempo, Racing retrocedió en el campo de juego. Se paró más cerca de Musso y se agazapó para buscar alguna réplica que le permitiera liquidar el partido. Triverio lo tuvo dos veces, pero tapó Ayala. El fantasma de la eliminación en la Copa Argentina a manos de Olimpo sobrevolaba en el Cilindro, pero Temperley era demasiado tibio. Y la Academia manejó mejor la pelota. Con Lisandro y el Pulpo González, fundamentalmente. El segundo gol llegó, justamente, gracias a una maniobra del capitán, una pared fantástica entre Triverio y Zaracho y una definición del pibe. Ocurrió después de dos horrores de Trucco. Primero, no vio un codazo artero de Montagna sobre Soto. Sangró el lateral, pero no lo expulsó el árbitro. Enseguida, hubo un golpe de Barbieri a Costa. Era penal. Tampoco lo vio el juez rafaelino.
Sí cobró una falta que Vittor, con maestría, canjeó por el 3-0 con un tiro libre espectacular. Descontó Temperley con el cabezazo de Costa. Y el colombiano Ibargüen empezó a pagar su pase millonario con el último grito, el que ilusiona a todo Racing.