Pertenecer tiene sus privilegios
Sebastián Ginóbili. El bahiense cuenta su experiencia con los Spurs en la Liga de Verano de la NBA.
“Fue una experiencia muy enriquecedora haber trabajado con jóvenes de todo el mundo con futuro NBA”.
“Del estilo ‘americano’ podríamos incorporar que les dan libertad para jugar, más allá de que se equivoquen”.
Sebastián Ginóbili es como una esponja que absorbe cosas a su paso. Cuestión familiar, en los genes (tal como le sucede a Emanuel, el más famoso de la familia) está la búsqueda permanente de aprendizajes, las inquietudes innatas, la iniciativa para incorporar conocimientos. En este sentido, el entrenador de Bahía Basket pudo traerse muchas vivencias desde Estados Unidos, tras ser parte del cuerpo técnico de
San Antonio Spurs en la Liga de Verano de la NBA. La franquicia texana lo invitó a trabajar durante dos semanas en los certámenes de los que participó y así conoció de primera mano el funcionamiento de un equipo de trabajo de la mejor liga de básquetbol del mundo.
“Fue una experiencia muy buena a partir de poder observar otro mundo y ser parte de un
equipo NBA durante 15 días. Más allá de la parte deportiva, que por ahí no es el básquetbol que nosotros practicamos, disfruté ver un montón de jugadores, entablar relaciones con entrenadores, interactuar con gente y conocer ese mundo diferente”, le cuenta Sepo a Clarín.
Lo que el entrenador ya tenía claro es que iba a poder sacarle poco jugo a la parte estratégica, ya que la Liga de Verano es un banco de pruebas para jóvenes recién drafteados o jugadores sin equipo, que buscan hacerse un hueco en el universo de la NBA. “La Liga de Verano es una gran bolsa de trabajo: hay entrenadores, managers y representantes de todo el mundo viendo jugadores y todos quieren un lugar. Eso hace que sea muy difícil, en dos o tres días, formar un equipo que juegue como tal. Los chicos le ponen mucha energía y tienen una intensidad más allá de lo normal porque no es una oportunidad de vida o muerte, pero se le asemeja bastante”, explica el entrenador, que llegó a la final de la última Liga de las Américas.
“Hay dos o tres pautas que pone el entrenador, chiquitas, pero la mayoría de las cosas se basan netamente en acciones individuales. En San Antonio había tres jugadores del equipo principal y los dos chicos elegidos en el draft. Era más que nada un banco de pruebas para ver si encajan en la forma de jugar de los Spurs”.
Lo que sucedía fuera de la cancha es lo que más rescata Ginóbili, que recibió la invitación un par de meses antes del final de la temporada, en base al buen trabajo que había hecho con sus dirigidos, más allá, claro, de la relación sanguínea con Manu. “Me gustó mucho el manejo del cuerpo técnico y la cabida que nos dieron a la hora de hacer ejercicios o preguntarnos qué veíamos en el equipo”, remarca.
Si bien había estado varias veces en San Antonio y los miembros del equipo técnico lo conocían, cada encuentro había sido lo protocolar que podía ser al ser un familiar de uno de los jugadores emblema. Esta vez, por el contrario, Sebastián fue uno más en el grupo de trabajo. “Pudimos cenar con (Gregg) Popovich, Ettore (Messina, ex DT de Manu en Italia), el cuerpo técnico entero -relata-. Hablamos de básquetbol, del equipo, de los chicos que vienen y de la Selección, sobre la que charlamos respecto al futuro. Me demostraron mucho respeto. Conocían mi trabajo y eso me reconfortó”.
Hace algunos días, en una columna que publicó el sitio The Players Tribune, una plataforma en la que los deportistas en los Estados Unidos se expresan con libertad cuando tienen ganas, Luis Scola explicaba “cómo se juega al básquetbol en Argentina”. Decía que la búsqueda del juego en conjunto nace de que acá no hay canchitas para jugar “1 contra 1”o “3 contra 3” y de movida los chicos aprenden el “5 contra 5”.
Con entusiasmo, Ginóbili se sumerge en los distintos estilos y explica qué podría incorporar y qué no en sus equipos. “Acá somos más estructurados y no creo que mi mirada cambie mucho por la experiencia que tuve, pero sí tal vez tenga la posibilidad de darles más libertades a los jugadores para que tomen decisiones a partir de la información que nosotros les demos en el juego”, detalla el entrenador.
Y ahonda en las diferencias: “Asemejarnos a lo que hacen ellos es imposible por una cuestión atlética. El uno contra uno no es algo que me guste y obviamente ellos se basan mucho en eso: adquirir ventajas y tomar decisiones a partir de ellas. A mí me gusta el juego más mancomunado, más asociado. Nosotros no tenemos su físico y entonces tenemos que jugar de otra manera”.
Más allá de esto, el bahiense concede: “Lo que me encanta del estilo ' americano' es que como hay tiempo para corregir, nadie se queda pensando en el error cometido. Viven el momento, el presente y su forma de ver el básquetbol es la de siempre jugar, sin importar los errores. Toman decisiones. Es algo de su cultura que sin dudas podríamos tomar”.