Godoy Cruz le recordó a Independiente que no puede ganar en Mendoza
Hace 48 años años que el Rojo no puede ganar en tierra cuyana. Y en 9 visitas al Tomba, perdió en 4 y apenas sacó 5 empates. Ayer cayó con un penal discutible otorgado por Loustau y muy bien resuelto por el uruguayo “Morro” García.
A Independiente ni le hablen de Mendoza. Porque toda visita a la provincia cuyana se transforma en un pesadilla. Porque cada paso por el Malvinas Argentinas termina en sin sonrisas. Hace 48 años que no gana al pie de la Cordillera. Y anoche, no fue la excepción. Godoy Cruz le dio el terel cer golpe fuerte consecutivo a un equipo que no logra recuperarse y que, de repente y cuando nadie lo esperaba, se llenó de dudas. en 11 encuentros ante el Tomba, hubo 4 triunfos locales y 5 empates.
Intentar explicar la derrota sólo por el escenario sería minimizar los problemas de un equipo que, después de ganarle con mucho de épica a Atlético Tucumán en la Copa Sudamericana, entró en un pozo demasiado profundo. Y Ariel Holan, el entrenador que parecía haber descubierto el camino para volver a enamorar a los hinchas del Rojo, no encuentra ahora la salida del laberinto.
Independiente perdió porque no jugó bien. Sin dudas mereció algo más y el penal que cobró Patricio Loustau se puede discutir durante varias horas, pero lo cierto es que el conjunto de Avellaneda dejó de ser confiable. Lanús, en el Libertadores de América; Atlético Tucumán, en Mendoza por la Copa Argentina, y ahora Godoy Cruz lograron desnudar todas sus falencias.
Además, le cuesta aprovechar sus mejores momentos. Anoche eso ocurrió a partir de los 30 minutos de la primera etapa, cuando la producción del equipo le dio algo de sentido a lo que imaginó Holan. Antes fue todo dudas e imprecisiones. Y si no sufrió ni un poco fue porque enfrente estaba un Tomba aún más confundido.
Ese desarrollo monótono del inicio del partido, que sólo se sacudió con un latigazo de Leandro Fernández que el arquero local desvió con esfuerzo al córner, parecía imposible que se pudieran hacer daño.
Pero los últimos minutos de la etapa inicial se vio otro Independiente. Nicolás Domingo y Diego Rodríguez, el doble cinco de características similares, dejaron de encimarse cuando uruguayo se adelantó unos metros. Maxi Meza se transformó en un wing peligroso y Fernández abandonó el sector izquierdo para moverse por todo el frente de ataque. Se adelantó y no dejó respirar a Godoy Cruz. Entonces, las situaciones comenzaron a aparecer, principalmente con remates de media y larga distancia que hicieron crecer la figura de Leonardo Burián, el número uno uruguayo.
En el segundo tiempo, bajó la intensidad pero no sufría. Hasta que Loustau vio falta en el área en un agarrón leve de Sánchez Miño a Javier Báez. ¿Suficiente para hacerlo trastabillar al lateral paraguayo? Al Morro García poco le importó si fue penal o no: definió con categoría y dejó inmóvil a Martín Campaña.
El ingreso de Martín Benítez, esta vez, le cambió la cara al equipo. Se paró como enganche y comenzó a mover los hilos. Le dio algo de esperanzas a los casi 2 mil hinchas que veían desde la tribuna norte cómo Independiente no encontraba los caminos para llegar al gol.
Pudo ser con ese remate del misionero que devolvió Burián al medio del área o el posterior cabezazo de Diego Rodríguez que se fue apenas desviado. O con alguno de los tiros libres que tuvo el propio Benítez cerca del área: uno se fue cerca y otro, cuando el partido se moría, que rebotó en la barrera. Así se apagaron las ilusiones de un equipo que cosechó su tercera derrota consecutiva y mira el horizonte con una precupación que parecía olvidada en el club.