Trump se enojó con Curry, y la NBA profundizó la grieta con el Presidente
La estrella de Golden State fue lapidario con Trump. “No apoyamos lo mismo que él”, disparó.
Como todo ambiente en el que los protagonistas cobran popularidad, el deporte sirvió (y sirve y servirá) en incontables ocasiones de plataforma para que los atletas se hagan oír mucho más allá de lo que implican sus actividades. Sin ser políticos, los deportistas muchas veces ofician como tales. Se trata de actores importantes de la vida cotidiana y pública de la sociedad, por lo que sus voces siempre son escuchadas con atención desde todos los rincones. Y cuando se trata de los jugadores de uno de los campeonatos más importantes y populares del mundo, desarrollado en el territorio de la mayor potencia mundial, bajo la misma bandera que un presidente polémico, alejado de toda diplomacia, sin pelos en la lengua y - como corolario- en medio de un conflicto racial como el que transita Estados Unidos -todavía-, el combo puede resultar explosivo. Las confrontaciones de Donald Trump son una constante casi diaria, pero en este ca- so cobra una especial relevancia porque se trata de un quiebre con los basquetbolistas de la NBA en el marco de la tradicional visita protocolar que hacen los campeones a la Casa Blanca. Ayer, horas después de un fuerte cruce con la NFL (ver La polémica...) el Presidente canceló unilateralmente la invitación a Golden State.
Los equipos deportivos que ganan los campeonatos de mayor popularidad en el país suelen visitar al presidente de turno. Le tocó, por caso, a Emanuel Ginóbili, quien fue con San Antonio durante los mandatos de George Bush jr y Barack Obama. Trump, quien asumió la presidencia en enero, había recibido a dos campeones de fútbol americano (Universidad de Clemson, ganadora de la NCAA, y New England, que se quedaron con el Super Bowl) y a uno de beisbol (Chicago Cubs).
Desde la escalada de violencia racia, que dejó en 2016 varias personas de raza negra muertas a manos de la policía en confusos episodios y fuertes choques entre manifestantes y miembros de las fuerzas de seguridad que también terminaron con oficiales fallecidos, fueron muchos atletas los que levantaron la voz respecto al conflicto. Trump no está, precisamente, en la vereda de los oprimidos y por eso cosecha muchísimo repudio (especialmente de la comunidad negra).
Kevin Durant, uno de los cracks de los Warriors, ya había dicho en agosto que no iría a la Casa Blanca (“No respeto a quien está al mando actualmente”, señaló). El viernes, en una conferencia de prensa, Stephen Curry (elegido Jugador Más Valioso de la liga dos veces consecutivas, en 2015 y 2016) no titubeó al ser consultado por la visita: “No quiero ir”, aseguró. Y agregó: “No apoyamos lo mismo que él. Haciendo algo, no yendo, tal vez inspiremos un cambio respecto a qué toleramos en este país, qué se acepta, a qué se le hace la vista gorda (...). Estamos tratando de usar nuestra plataforma. No creo que no ir milagrosamente haga que las cosas mejoren, pero es una chance de hacerse oír”.
El verborrágico Trump no toleró esos “desplantes” y desde su cuenta personal de Twitter desestimó la invitación, aunque no aclaró si era al equipo completo o a Curry. De todos modos la franquicia lanzó un comunicado y determinó que no habrá un encuentro. Lo más fuerte, de todos modos, todavía no había llegado.
Vendría de la mano del mejor basquetbolista, LeBron James, que atacó -también desde su cuenta de Twittera Trump. Y sin tapujos. “Vago, Stephen Curry ya dijo que no iría, así que no los invitás. Ir a la Casa Blanca era un honor hasta que llegaste vos”, disparó. Más tarde compartió un video en el que profundizó: “Este tipo que pusimos a cargo nos quiere dividir y ahora usa el deporte para ello; es algo que no puedo tolerar. Habla de echar jugadores por ejercer sus derechos y no está bien. Tenemos que ser todavía más fuertes después de esto. Son tiempos críticos y por la posición en la que estoy, debía hablar también”. Detrás suyo se encolumnaron varias otras estrellas como Kobe Bryant, Magic Johnson, Chris Paul y Draymond Green. Y no serán los últimos.