Buenos Aires, ante el desafío de los Juegos de la Juventud
Serán dentro de un año. Todos los detalles de la preparación.
Cuando el Comité Olímpico Internacional eligió el 4 de julio de 2013 a la capital argentina como sede de los terceros Juegos Olímpicos de la Juventud, desde el Comité Organizador, en estrecha relación con el Comité Olímpico Argentino y el Gobierno porteño, se avivó el enorme desafío de llevar a cabo un evento de primer nivel, hecho por jóvenes y para jóvenes, que cambie el paradigma olímpico. A poco menos de un año de la ceremonia que el 5 de octubre de 2018 inaugurará los Juegos, la apuesta sigue a pleno para mostrar un modelo sustentable, multiconectado, con equidad de género, sin “elefantes blancos” y fusionado con el público para dejar un legado inmenso.
“Había quienes decían que estos Juegos no cumplían ninguna función. Nosotros tuvimos que defenderlos y armamos un proyecto innovador y sustentable. No fue fácil, porque cuando hay cosas que están instaladas desde hace mucho tiempo, no es fácil cambiarlas”, recuerda Gerardo Werthein, presidente del COA, en charla con Clarín.
“Logramos convencer al COI de las nuevas ideas que planteamos porque fuimos con un proyecto extremadamente profesional, serio y alineado con la Agenda 2020 presentada por el presidente Thomas Bach”, reflexiona Leandro Larrosa, director general del Comité Organizador.
Lo primero que se plantearon fue armar unos Juegos sustentables, que no los obligaran a gastar más de los 187 millones de dólares que a comienzos de este año se estableció como presupuesto operativo final: 15 millones los aportará el COI, estiman 11 millones de parte de sponsors y el resto está a cargo de la Ciudad.
¿Cómo se llegó a esos 187 millones si en noviembre de 2012, en el informe redactado por el Grupo de Trabajo del COI para estos Juegos, estaba escrito que Buenos Aires proponía un presupuesto de 104.690.000? Lo explica Larrosa: “Durante la campaña se construye un presupuesto teórico con muy poca información. El presupuesto final fue madurando en base al conocimiento: una primera versión la entregamos a fines de 2015, otra en 2016 y a comienzos de año hi- cimos el definitivo, el más acertado, porque ya estaban desarrollados los planes operativos. Es un presupuesto lógico para el COI y barato, porque está repartido en cinco años”.
Lo mismo sucedió con el presupuesto de infraestructura de la Ciudad, que en la campaña se especificó en 126.400.000 dólares y que con el tiempo se definió en alrededor de 180 millones para la construcción de la Villa y del Parque olímpicos.
Era fundamental evitar los “elefantes blancos”, esas megaestructuras difíciles de mantener y que pierden su funcionalidad tras los Juegos. La Villa Olímpica fue pensada como parte de un proyecto de urbanización de la zona Sur. El Gobierno de la Ciudad recuperará los alrededor de 90 millones de dólares invertidos en su construcción, que generó 3.000 empleos, con la venta de los 1.159 departamentos distribuidos en 31 edificios.
El Parque Olímpico, que costó cerca de 90 millones de dólares, también tiene su futuro asegurado. Tras los Juegos, pasará a manos de la Secretaría de Deportes de la Nación para ser utilizado como un nuevo centro de alto rendimiento, con un hotel con 500 camas, un comedor, lugares de esparcimiento e instalaciones y campos de juego del más alto nivel. Tienen tribunas fijas con capacidades funcionales y otras desmontables que completan la medida requerida para el evento.
Otro concepto innovador fue el de los Parques Temáticos para las competencias. El Olímpico, único con instalaciones permanentes, está ubicado a metros de la Villa y recibirá al 50 por ciento de los atletas. Los demás competirán en el Parque Urbano, en Puerto Madero; el Verde, en Palermo; y el Tecnópolis, que incluye también el predio de Parque Sarmiento.
Este concepto tendrá una ventaja operacional y económica, porque concentrará la acción en cuatro lugares, y además permitirá una mayor integración con el público y la sociedad, con actividades de iniciación deportiva y con los fan fest. Y la ceremonia inaugural en la 9 de Julio se planteó para 500 mil personas y para mostrarle la Ciudad al mundo.
Desde el Comité Organizador proyectaron unos Juegos multiconectados digitalmente para que el público interactúe con los deportistas y transforme al streaming y a las redes sociales en protagonistas. Las competencias serán televisadas gratuitamente en el país y se filmarán para ser vistas en TVs y en celulares.
En Río de Janeiro 2016, 80 medallas y 6 récords olímpicos llegaron de la mano de ex atletas de los Juegos de la Juventud de Singapur 2010 y Nanjing 2014. O sea que en Buenos Aires 2018 estarán los medallistas del futuro. Por eso en Argentina se probaron a 700.000 chicos para llegar a los alrededor de 120 que conformarán la delegación para los Juegos, que recibirán a 3.998 atletas de 15 a 18 años, divididos en mitades por sexo.
Y en este punto radica el legado intangible de Buenos Aires 2018, que va mucho más allá de la gran cita que culminará el 18 de octubre del año próximo: construir una nueva generación de atletas y cultivar la cultura del deporte en una sociedad que necesita inclusión.