Racing se vistió de gala por los 50 años del Equipo de José
Bramó Avellaneda con el homenaje a los campeones intercontinentales del ‘67. Una fiesta de luces, música, emoción en las tribunas y lágrimas en los viejos cracks.
El hombre tiene la cara surcada por el tiempo. Esas arrugas lo hacen un señor mayor. También, un testigo de privilegio. De pronto, deja escapar una lágrima de sus enjugados ojos. A su lado, un pibe que recién está atravesando la el umbral de la adolescencia, lo abraza y le susurra al oído con algo de preocupación: “¿Qué te pasa, abuelo?”. La respuesta tiene toda esa nostalgia que invade al Cilindro: “¿Sabes qué pasa, nieto? Esos tipos nos hicieron campeones del mundo. Fue lo más grande que le pasó a Racing. ¿Cómo querés que no me ponga a llorar?”. Un rato después, no están Cárdenas, Maschio, el Panadero Díaz o el Coco Rulli ante Talleres. Este Racing ni un poquito se acerca a aquel Racing que conquistó la gloria mundial. ¿Cómo explicarles a los milennials, entonces, que esos viejitos piolas que dan la vuelta olímpica con la Copa Intercontinental no sólo forman parte de la historia de la Academia, sino del propio fútbol argentino?
Con una fiesta espectacular, más allá de la coyuntura. Porque Racing llega atribulado al partido con los cordobeses. Eliminado de la Copa Argentina y la Sudamericana, muy lejos de Boca y con un fútbol de bajo vuelo. Poco importa. La historia se honra en cuarenta y cinco minutos inolvidables. Emotivos. Con un show de luces y un final de fuegos artificiales. ¿Es posible celebrar en el medio de esta debacle deportiva? Es el instante del tributo a esos campeones que el 4 de noviembre de 1967 llevaron a la Academia a la cima del fútbol.
Ahí estaban en el círculo central Juan Carlos Cárdenas, el eterno Chango, autor de ese gol que los hinchas no se cansan de gritar, ese legendario zurdazo que se viraliza como nunca antes; Humberto Bocha Maschio, el cerebro; Rubén Panadero Díaz . También, Oscar Cacho Martín, el gran capitán; Nelson Chabay; Juan Carlos Rulli; Antonino Spilinga y Fernando Parenti. Y, por supuesto, Juan José Pizzuti, el hacedor de esta formación extraordinaria, “El equipo de José”, ese cántico que se replica en las tribunas.
Un mapping con forma de CD re- fleja un documental que dispara los recuerdos. Los partidos con Nacional, esos que definieron la Libertadores. El ida y vuelta con el Celtic y el desempate, la Batalla de Montevideo. El Chango lleva una maceta con pasto del estadio Centenario, escenario de su épica, a la distancia exacta desde donde partió ese laureado remate. Y lo iluminan como a una estrella de Hollywood. Entonces, alza los brazos. Y toma el micrófono. “Gracias Racing Club por todo lo que nos dio”. Los hinchas tienen que agradecerle.
Hay tiempo para recordar a “las estrellas que siguen brillando en el cielo”, a aquellos que partieron. In Memoriam, Agustín Cejas; Roberto Perfumo; Miguel Angel Mori; Yaya Rodríguez; Néstor Rambert; Norberto Raffo; Luis Carrizo; Tita Mattiussi -la hija del canchero, madre de todos-; Rufino Ojeda - preparador físico- y Santiago Saccol, el presidente de la época. Alfio Basile, operado de la rodilla, no estuvo presente. Tampoco, Jaime Martinolli y Joao Cardoso.
La gente que llega tarde, se pierde un espectáculo inolvidable. Lisandro López hace una remake del gol del Chango que se observa en la pantalla gigante. Le sale idéntico. El equipo viste una réplica de la camiseta del Racing ‘67. El fútbol no acompaña. Nada importa. Se canta por el equipo de José. A fin de cuentas, como reza la popular, “será siempre la Academia el primer campeón mundial”.