Herrera nunca estuvo a la altura y se guardó la roja
Toleró la violencia de los protagonistas. Les perdonó la expulsión a González, Pérez, Fabra y Benedetto.
A Darío Herrera se la hicieron difícil los jugadores desde el principio, él no supo acomodar las cosas y terminó como suele ocurrir en estos casos: muy cuestionado desde las dos veredas.
Los dos foules consecutivos de Diego González, en apenas 120 segundos, fueron un aviso que Herrera no supo advertir: el partido iba a ser muy friccionado y podía descontrolarse si él no aplicaba el reglamento con rigor.
Así sucedió lamentablemente, con un pico de tensión entre los protagonistas durante los minutos finales del primer tiempo, después de los dos primeros goles, y ya camino a los vestuarios, cuando integrantes de los dos equipos se empujaron, forcejearon e insultaron ante la pasividad de un juez sin cacapacidad de conducción.
Apenas trató de intervenir en un rol de pacificador, sin éxito, el cuarto árbitro, Federico Beligoy.
En esos tumultos, los dos capitanes se amenazaron y se agredieron con manotazos. Herrera amonestó a Pablo Pérez y dejó sin sanción a su rival. El boquense también tuvo sus asperezas con el uruguayo Egidio Arévalo Ríos, otro que no le escapó al roce.
El árbitro acertó en dos jugadas de área: no otorgó penal para Racing en un tiro libre de Sergio Vittor que pegó en un brazo de Darío Benedetto (no amplió volumen, como marca la nueva norma) y sí lo sancionó cuando Nahitan Nandez fue derribado por Miguel Barbieri (empate parcial).
Lejos de calmarse tras el descanso, los ánimos continuaron exaltados en la segunda etapa.
Y mucho peor se puso la situación después del 2-1 en favor de Racing.
Apurado por el reloj, el empuje de la gente y sus propios nervios, Boca fue en busca de una nueva igualdad sin medir las consecuencias.
El colombiano Frank Fabra hizo una falta de amarilla contra Renzo Saravia y a los dos minutos cometió otra infracción, sin que Herrera le sacara, como correspondía, la segunda tarjeta.
El error más grave del árbitro se produjo pasada la media hora, cuando Benedetto fue muy mal contra Augusto Solari y levantó al mediocampista por el aire. Paradojas del destino futbolero:
si Herrera lo hubiese expulsado, el goleador xeneize no habría sufrido la gravísima lesión que seguramente lo privará de estar en el Mundial de Rusia.
Tampoco ayudó al sanjuanino el juez de línea Sergio Zoratti. En el primer tiempo levantó la bandera por un offside inexistente de Triverio. Y en el segundo lo hizo ante una posición legítima de Pavón. Tuvo suerte el asistente: en una el remate se fue un par de metros arriba del travesaño y en la otra el arquero Musso tapó el tiro del delantero.
Es probable que a Herrera lo paren por una fecha.
Ya sucedió con Néstor Pitana luego de su deficiente actuación en el Superclásico, donde imaginó un codazo de Edwin Cardona y lo expulsó. La no designación de Pitana se escudó en su viaje a Australia para el repechaje mundialista con Honduras (también se equivocó en la sanción de un penal).
Con Herrera no habrá excusas: deberá pasarse un fin de semana sin dirigir, repasando en casa los errores que cometió en La Boca.