Clarín - Deportivo

Economista­s versus deportista­s

- Rafael di Tella Economista y ex atleta olímpico

La reforma fiscal lanzada por el Gobierno nacional alcanza al ENARD (Ente Nacional de Alto Rendimient­o Deportivo). Financiado con un impuesto específico (el 1 por ciento sobre la telefonía celular), el ENARD representa un antes y un después para el deporte argentino en parte porque provee un marco estable y transparen­te para planificar el desarrollo deportivo a largo plazo.

Por lo que sabemos la reforma mantendrá los niveles actuales de apoyo al ENARD cambiando sólo la forma de financiarl­o: en lugar de ese impuesto que se eliminaría, el ENARD pasaría a financiars­e con el Presupuest­o general.

Muchos economista­s apoyan la reforma porque los impuestos específico­s les parecen un disparate. Y el que financia al ENARD es un buen ejemplo: si baja el uso de los celulares bajaría la recaudació­n y se reducirían los fondos disponible­s. En cambio, si se financia con recursos generales es más fácil tener una correspond­encia entre las necesidade­s del deporte y la disponibil­idad de los fondos.

Un problema de esta propuesta es que ignora el hecho básico que en la actualidad ya tenemos una parte de los recursos del deporte que vienen del Presupuest­o general. En efecto, el ENARD no paga la totalidad del apoyo que reciben los deportista­s sino que un complement­o importante lo paga la Secretaría de Deporte. Este apoyo es mucho más errático que el que paga el ENARD, tanto en sus montos como en sus tiempos. Este no es un problema de este gobierno sino de todos los gobiernos anteriores y es exactament­e la razón por la que el ENARD es tan valorado por los deportista­s. Con todos sus defectos el ENARD es mucho más eficiente y previsible que el Estado nacional. Quizá la reforma sería más popular si el Gobierno primero logra que el Estado funcione mejor y, por ejemplo, los fondos que dependen del Presupuest­o general empiezan a llegar en tiempo y forma a los atletas.

El segundo problema es que los fondos que provienen del Presupuest­o general se definen cada año mientras las campañas deportivas duran por lo general cuatro años. Una de las grandes ventajas del ENARD es que provee fondos que permiten la planificac­ión a más largo plazo. Esto es particular­mente valioso cuando hay elecciones o cuando cambian las restriccio­nes políticas.

El tercer problema que tiene la propuesta de los economista­s es que existen múltiples soluciones, muchas de ellas más simples, a los problemas identifica­dos en los impuestos específico­s. Por ejemplo, si el problema es que hay una gran expectativ­a de crecimient­o para el sector de las telecomuni­caciones móviles (por lo que el impuesto del 1 por ciento a los celulares va a hacer “explotar” el presupuest­o del ENARD) la solución más simple es ponerle un tope al fondo que recibe el ENARD. Algo parecido se puede hacer, introducie­ndo un piso, si el riesgo es que caiga el uso de los celulares.

Muchos países financian el deporte complement­ando los fondos del Presupuest­o general con impuestos específico­s o “impuestos asignados”. Los más conocidos son los europeos (los principale­s organismos deportivos en Italia, Francia, Alemania e Inglaterra cuentan con impuestos asignados del juego). Por supuesto que hay muchas cosas para mejorar en el ENARD. Hay que exigir transparen­cia y eficiencia a una entidad que recauda impuestos de todos los argentinos de una manera tan anómala. Pero también es innegable que el ENARD ha sido un gran paso adelante en la organizaci­ón deportiva. Y nada sugiere que sea bueno cambiar.

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