Clarín - Deportivo

Convicción, garra y sentido colectivo, las claves del campeón

El mérito de Holan fue creer que el plantel podía interpreta­r su idea. El de los jugadores, subirse y crecer.

- RÍO DE JANEIRO. BRASIL Adrián Maladesky amaladesky@clarin.com

Nadie. Ni el más optimista hincha de Independie­nte hubiera apostado en enero que diciembre le iba a regalar una alegría tan grande.

Ni siquiera Ariel Holan, el hincha más optimista convertido en el entrenador que hizo realidad su sueño de pibe: dirigir a un Independie­nte campeón que lograra recuperar la mística olvidada. Como pocos en los últimos tiempos, este es un equipo de autor, diseñado desde la fe de Holan, desde su idea y su convencimi­ento. A partir de esa idea y de ese convencimi­ento se fueron sumando los jugadores, muchos de los cuales crecieron a un nivel que tampoco nadie podía imaginar.

El mérito fundamenta­l de Holan fue creer que estos jugadores podían interpreta­r su idea. El mérito de los futbolista­s, enorme en la mayoría de los casos, fue subirse y crecer. Hay una realidad evidente: la cotización del plantel, más allá del título, no puede compararse con la de meses atrás. Eso hacen los buenos entrenador­es: potenciar a sus futbolista­s.

Ejemplos sobran. Empecemos por Juan Sánchez Miño. Foco de insultos un año atrás, Ahora tomó una estatura futbolísti­ca tal que muchos lo piden para la Selección. En diciembre se hubieran reído de esta posibilida­d. Y Sánchez Miño, siendo el jugador que más creció y uno de los mejores en esta Copa, fue al banco de suplentes en la final. Una decisión táctica que habla de lo que es Holan. Si piensa que hay que meter a Amorebieta porque se viene Flamengo (pasó en la primera final) y hay que armar una línea de cinco defensores jugando como local, lo hace. Si cree que a pesar de los goles decisivos en el torneo local (a Racing, sin ir más lejos) Leandro Fernández está detrás de Emmanuel Gigliotti, sigue así. Y Gigliotti es otro caso de notable superación personal y terminó siendo en clave en los últimos partidos. El equipo por encima de todo. La final fue una consecuenc­ia y un reflejo de todo este proceso. La jugó con la garra y la personalid­ad que hay que jugar una final. No pudo imponer su idea futbolísti­ca en plenitud, es cierto: le costó manejar la pelota, sufrió con el juego aéreo de Flamengo y necesitó de un Campaña muy despierto para sostener el empate. Hasta hizo concesione­s necesarias en su juego en función del objetivo: casi no salió jugando por abajo desde el fondo, por ejemplo, como

suele hacerlo. Pero tuvo personalid­ad, decisión y actuacione­s individual­es a la altura de la circunstan­cia.

Una de las grandes virtudes de este Independie­nte fue la capacidad de recuperaci­ón ante un golpe. Se repitió en la final, tras el gol de Lucas Paquetá. Flamengo pegó cuando el Rojo empezaba a amigarse con la pelota después de un comienzo nervioso e inseguro. Una pelota parada, un mal cierre y el 1-0 aterrador. Sintió el impacto el equipo y hasta podría haberlo demolido. Pero como tantas otras

veces, huyó hacia adelante. Y apareció Meza, otro nombre clave en esta historia, con un ráfaga de esas que caracteriz­an al Rojo de Holan. Generó el penal, que lo asoció con Barco para la definición y el 1-1 que ya quedó en la historia.

Meza y Barco (también Benítez) fueron el toque de distinción. Esa línea de tres delanteros-media punta que define el 4-2-3-1. Rapiditos, encaradore­s, a veces con un repulgue de más en la última jugada para que no sea la última. Porque Independie­nte no tira centros, trata de entrar por abajo, hasta se excede intentando meterse con la pelota dentro del arco. Un defecto que muestra una virtud: las ganas de jugar, la confianza para jugar. Más cerca del potrero, dificíl. Meza firmó un gol clave en la primera final, Barco también la rompió en el Maracaná y pateó el penal sin acordarse de que tiene 18 años. Benítez, a no olvidarlo, gestó el pequeño milagro ante Atlético Tucumán, sin el cual no se hubiera llegado tan lejos.

Es, en definitiva, un Independie­nte de fe. La que tuvo y transmitió Holan, la que tienen estos jugadores. Una fe que movió un Maracaná.

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M.CARROLL/ENVIADO Personalid­ad. El derechazo de Ezequiel Barco desde los 12 pasos ya se convirtió en el empate de Independie­nte. Lo grita el goleador y se suma Emmanuel Gigliotti.

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