Esos dos títulos de Vilas que agigantaron su leyenda
Historias de los dos impactos en Australia del mejor jugador argentino de todos los tiempos. Del Potro buscará emularlo.
Eran otros tiempos. Era otro escenario (Kooyong) y era otra superficie, la misma de la que él mismo había señalado que “yo pensaba que el pasto era para las vacas; ahora pienso que el pasto es un poco para las vacas y un poco para el tenis”. Textual, según lo destaca “Historia del tenis en Argentina” del periodista Eduardo Puppo, eso lo dijo cuando recibió el trofeo del Masters de 1974. Años más tarde volvió al mismo lugar y ganó dos veces al hilo Australia (1978 y 1979), el primer Grand Slam de la temporada...
Vilas se había propuesto lograr un Grand Slam en una superficie que no le resultaba cómoda (césped) y, ferviente creyente, hizo una promesa en aquel 1978: si lo- graba el título no lo festejaría. Por eso, cuando le ganó la final al australiano John Marks, lo saludó y se fue a su silla en silencio: estaba rezando el Padre Nuestro. En la previa se había entrenado en la peor cancha del club, en la última, que estaba destruida; y lo hizo junto a varios jugadores locales como Drewett, Alexander, McNamara y un juvenil Pat Cash. Perfeccionista como era, utilizó zapatillas adaptadas a la superficie para patinar menos y cuando terminaba sus partidos se las cambiaba por otro par de uso diario por si se las revisaban. La historia cuenta que al no festejar tuvo una discusión con Ion Tiriac, quien no podía creer que no lo hiciera: tuvo que explicarle su promesa.
Al año siguiente Vilas llegó a Melbourne para defender su título pero lo hizo sin Tiriac a su lado, que se encontraba de vacaciones. Sólo lo acompañaron el profesor Juan Carlos Belfonte y José Roque Vilas. Desde la cancha, Vilas hijo evitaba mirarlo a la tribuna y le hacía señas de que no bajara la cabeza porque lo ponía nervioso. Al terminar la final contra el estadounidense John Sadri, ya en el vestuario Vilas padre le advirtió: “Si este es tu trabajo es una porquería; no te voy a ver jugar nunca más”. Y cumplió.
Un puñado de argentinos con Juan Martín Del Potro a la cabeza intentarán emular a Vilas. En otro escenario, en otra superficie pero -si se da- concretando una hazaña que sería igualmente impactante.