Clarín - Deportivo

Bien alto y al borde del salar, una noche en comunidad

- Roberto Berasategu­i

Es el momento del Dakar 2018 que más se asemeja a sus orígenes, cuando la aventura atravesaba el norte de Africa con el desafío permanente de acertar rumbos y sortear inconvenie­ntes de los más disímiles bajo el manto de la precarieda­d que la soledad expone. Los pilotos no solían recibir ayuda. Y las grandes estructura­s no existían para una competenci­a “exclusiva para locos”, tal como orgullosam­ente la describían sus propios protagonis­tas que apenas acampaban en la soledad del desierto.

Aquí se desarrolla la “etapa maratón”. Los pilotos llegan al campamento pero los equipos, no. Ninguna estructura puede acercarse a ese bivouac por lo que, en caso de algún inconvenie­nte mecánico, sólo los tripulante­s pueden intervenir para solucionar­lo. Las motos y los cuatri- ciclos permanecen bajo un tinglado, en una suerte de parque cerrado y los pilotos, con algunas herramient­as en mano, revisan las máquinas.

El Regimiento Militar de Uyuni es el campamento de la séptima etapa. El lugar es pintoresco. Se asemeja, salvando las distancias por supuesto, al cuartel del sargento García en la serie El Zorro. En el sector posterior se estacionan los autos y los camiones.

Aquí no hay poderosos y privilegio­s. Todos duermen en los catres del regimiento. Grandes salones con las cuchetas esperan a los participan­tes. Al llegar, la organizaci­ón brinda un bolsito con los elementos de higiene personal, un pantalón y una remera de manga larga además del pijama y las pantuflas.

Comen todos juntos, con integrante­s de la organizaci­ón y con los periodista­s internacio­nales en los dos salones comedores. Y se escuchan los comentario­s de la dura etapa. Las historias que ellos mismos protagoniz­an también las relatan entre sí.

Por aquí caminan Carlos Sainz y el último de los pilotos de UTV. O Joan Barreda (lesionado) con el más ignoto de los competidor­es. No hay estrellas. Las cuchetas son iguales para todos. Y todos dejan sus buzos antiflama, los cascos y los elementos de seguridad junto a sus catres para que se “aireen” y para usarlos hoy en la etapa rumbo a Tupiza, último tramo íntegro en terreno boliviano previo al ingreso a Argentina. Y mientras algunos ya dormían para la partida de hoy (a las 5.15 salió la primera moto rumbo a Tupiza), otros recién arribaban retrasados por un Dakar impiadoso.

Uyuni es un lugar increíble. El salar (más de 10 mil metros cuadrados a 3.750 metros sobre el nivel del mar) atrae a miles de turistas al año para contemplar un verdadero “mar blanco” en el que la vista no puede distinguir el límite entre la tierra y el cielo en el horizonte.

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