Bien alto y al borde del salar, una noche en comunidad
Es el momento del Dakar 2018 que más se asemeja a sus orígenes, cuando la aventura atravesaba el norte de Africa con el desafío permanente de acertar rumbos y sortear inconvenientes de los más disímiles bajo el manto de la precariedad que la soledad expone. Los pilotos no solían recibir ayuda. Y las grandes estructuras no existían para una competencia “exclusiva para locos”, tal como orgullosamente la describían sus propios protagonistas que apenas acampaban en la soledad del desierto.
Aquí se desarrolla la “etapa maratón”. Los pilotos llegan al campamento pero los equipos, no. Ninguna estructura puede acercarse a ese bivouac por lo que, en caso de algún inconveniente mecánico, sólo los tripulantes pueden intervenir para solucionarlo. Las motos y los cuatri- ciclos permanecen bajo un tinglado, en una suerte de parque cerrado y los pilotos, con algunas herramientas en mano, revisan las máquinas.
El Regimiento Militar de Uyuni es el campamento de la séptima etapa. El lugar es pintoresco. Se asemeja, salvando las distancias por supuesto, al cuartel del sargento García en la serie El Zorro. En el sector posterior se estacionan los autos y los camiones.
Aquí no hay poderosos y privilegios. Todos duermen en los catres del regimiento. Grandes salones con las cuchetas esperan a los participantes. Al llegar, la organización brinda un bolsito con los elementos de higiene personal, un pantalón y una remera de manga larga además del pijama y las pantuflas.
Comen todos juntos, con integrantes de la organización y con los periodistas internacionales en los dos salones comedores. Y se escuchan los comentarios de la dura etapa. Las historias que ellos mismos protagonizan también las relatan entre sí.
Por aquí caminan Carlos Sainz y el último de los pilotos de UTV. O Joan Barreda (lesionado) con el más ignoto de los competidores. No hay estrellas. Las cuchetas son iguales para todos. Y todos dejan sus buzos antiflama, los cascos y los elementos de seguridad junto a sus catres para que se “aireen” y para usarlos hoy en la etapa rumbo a Tupiza, último tramo íntegro en terreno boliviano previo al ingreso a Argentina. Y mientras algunos ya dormían para la partida de hoy (a las 5.15 salió la primera moto rumbo a Tupiza), otros recién arribaban retrasados por un Dakar impiadoso.
Uyuni es un lugar increíble. El salar (más de 10 mil metros cuadrados a 3.750 metros sobre el nivel del mar) atrae a miles de turistas al año para contemplar un verdadero “mar blanco” en el que la vista no puede distinguir el límite entre la tierra y el cielo en el horizonte.