Cerutti se animó a ponerse los guantes porque es “su” puesto en las prácticas
“Estaba convencido de que iba a sacar el último penal. Y dice que lo sacó con la mirada”, dijo Biaggio.
Sebastián Torrico acaba de atajarle el penal a Nicolás Colazo, pero el Cóndor, héroe de mil batallas, queda tendido en el piso. No puede seguir atajando: sufrió una luxación en el hombro izquierdo. Entonces, en la mitad del campo de juego del estadio Padre Martearena de Salta, una voz se alza entre todas las demás. “Mirá que voy yo, eh”, le dice un confiado Ezequiel Cerutti a Fernando Belluschi. “Y bueno, si te tenés fe, andá”, responde el volante, sin sorprenderse, mientras espera la confirmación de Claudio Biaggio, quien desde un costado analiza la situación. El resto ya es historia: el remate de Agustín Bolívar, ya con el Pocho con los guantes de arquero, se estrella en el palo y los de Boedo terminan ganando el amistoso ante Gimnasia La Plata, el último en su preparación antes de que se reanude la Superliga.
La situación pareció improvisada para todos aquellos que miraron el partido en la cancha o por televisión, pero nada de eso. Todo lo contrario. “Cuando terminan de entrenar, los jugadores generalmente se quedan practicando tiros al arco de manera distendida, a modo de juego. Como al Pocho le divierte atajar, se ofrece para estar en lugar de los arqueros. Y ojo, saca más de las que le meten, eh”, le contaron a Clarín desde el cuerpo técnico azulgrana el día después de una situación que dio la vuelta al mundo de la pelota y se reprodujo en todas las redes sociales.
El propio Cerutti, claro, lo certificó: “La verdad es que me gusta y en los picados ya todos saben que el arco es mío”, sostuvo el inesperado héroe de la noche salteña, quien, de paso, también apoyó al lesionado Torrico: “Lamentablemente todo se dio por el golpe que sufrió Torri. Me puse los guantes para hacerle la gamba a los chicos. Por suerte en los otros penales pateamos bien, y antes de lesionarse, Torri pudo atajar dos. El había hecho un gran partido y no se merecía esto. Pero son cosas que pasan. En los penales nos volvió a salvar como otras tantas veces”, reflexionó.
En medio de la bronca por la lesión de su arquero y la satisfacción por la victoria en los penales, Claudio Biaggio -al igual que Belluschi- tampoco se vio sorprendido por la insólita situación. “El Pocho estaba convencido de que iba a atajar ese último remate. Cuando un jugador se siente cómodo y tiene ganas de participar, está bien que dé un paso adelante y lo haga. El dice que la sacó con la mirada, je”, relató el Pampa con una mueca de sonrisa en su rostro.
Antes de toda esa definición, la noche no pintaba para nada bien para Cerutti, quien había fallado dos mano a mano en los noventa minutos: en uno envió la pelota por encima del travesaño y en el otro Martín Arias desvió su disparo. Fue desequilibrante el delantero y complicó a sus rivales a fuerza de su velocidad, pero falló en la definición. Luego, en la tanda de penales, el delantero fue el encargado de patear el tercer disparo para San Lorenzo (antes habían convertido Belluschi y Matías Caruzzo), y su remate, fuerte y al lado del palo, venció la estirada del arquero platense.
Finalmente, Pocho se robó todos los flashes ante el derechazo de Bolívar, y su felicidad fue casi tan grande como si hubiera convertido un gol. Al cabo, otra pequeña charla en la noche salteña lo evidenció: “Por fin se te dio, pudiste cumplir tu sueño”, lo felicitó alguien muy cercano al plantel azulgrana, en el medio de los festejos. “Y, de tanto entrenar algún día se me tenía que dar, je”, respondió el delantero y, en sus ratos libres, arquero de San Lorenzo.