Messi regaló otra fantasía en su partido 200 de liga en el Camp Nou
Leo llegó a 20 goles de tiro libre y es el que más marcó por esa vía en el torneo español en los últimos 25 años.
Ni siquiera había tenido un gran partido. Parecía ser, hasta poco antes del final, una de esas noches europeas que son tan difíciles de encontrar como las piezas de un complejo rompecabezas. Algunas veces se lo vio así; especialmente, cuando se trató de caídas fuertes. Pero esta vez había una diferencia sustancial: un resultado abierto. Cuando es así, Lionel Messi no pierde peligro, nunca deja de ser una amenaza. Y cumplió, claro. No sólo porque alcanzó los 200 partidos de liga en el Camp Nou, sino porque hizo lo que se esperaba: frotó la lámpara que le dio el triunfo al Barcelona por 2 a 1 ante el Alavés.
Con el debut de Coutinho (ver apar- te) como titular, el Barcelona tuvo una formación atípica, con el brasileño haciendo la banda derecha y Andrés Iniesta, la izquierda. El primero quedó algo desaprovechado, mientras que el segundo, por edad y características innatas, es un volante interno con tendencia a cerrarse y armar desde el centro del campo.
De todos modos, por la propuesta visitante, al local no le costó demasiado hacerse dueño absoluto del encuentro. Sin perder los anillos, Alavés se paró decididamente con sus dos líneas de cuatro bien cerca del área, dispuesto a sacar rápido el contragolpe. Y aprovechando la espalda de Lucas Digne, un lateral de plena vocación ofensiva, el conjunto de Vitoria se puso en ventaja. Lo hizo a través de un Guidetti que emuló aquel penal de Martín Palermo contra Platense, en 1999, y le pegó con las dos piernas, descolocando a Ter Stegen.
El Barcelona continuó con su libreto, porque llegaba con claridad hasta los últimos metros, pero no podía encontrar el empate. Difícil resulta establecer si el parado del equipo conspiró contra esas posibilidades. De hecho, Iniesta desniveló por el costado algunas veces: al cabo, el que juega bien puede suplir cuestiones físicas y hacer la diferencia con su jerarquía. Y pocos juegan lo bien que lo hace Don Andrés.
Los ingresos de Sergi Roberto, Jordi Alba y Alcácer poco cambiaron desde lo posicional, pero sí aportaron un condimento no menor en la cocina blaugrana: el conocimiento de los intérpretes. Para Iniesta, por caso, no es lo mismo que le pase Digne por afuera a que lo haga Alba; para Messi no es lo mismo tocar con el recién llegado Coutinho que con Paco, con quien ya compartió una temporada completa.
A menos de 20 minutos del cierre, una jugada de Iniesta dejó en evidencia lo mencionado líneas arriba: sin necesidad de velocidad, sino con un guante en el pie y la pelota pegada al mismo, el de Fuentealbilla desbordó y sacó un centro de zurda al segundo palo. Ahí apareció Suárez, para darle de volea y, con un desvío imperceptible en la mano de Piqué -imposible achacarle ese fallo al árbitro- llegó la igualdad.
Sí se equivocó Iglesias Villanueva (por culpa del juez de línea) al sancionar tiro libre por una falta a Alcácer en la puerta del área: Paco estaba adelantado al recibir la pelota. Cometido el error, Messi hizo lo suyo: acomodó la pelota y la mandó adentro del arco. Pudo el arquero Pacheco ofrecer una mejor respuesta; no tuvo recorrido en el impulso y llegó a tocar la pelota con claridad, pero no con la fuerza suficiente como para desviarla. Messi celebró su 20° gol por esa vía en el torneo local. Es el que más convirtió así en los últimos 25 años (1 arriba de Cristiano). Llegó al triunfo 171 en 200 partidos de liga en su casa, donde metió 212 goles.
Al margen del argentino, hubo otros jugadores destacados en el domingo de Liga de España. Aunque uno de ellos no lo fue por las razones esperadas: Mario Hermoso, central del Espanyol, hizo historia de un modo particular al meter tres goles en la caída de su equipo 2-3 ante Leganés. Hizo uno a favor y dos en contra. Además, el Atlético de Madrid de Simeone venció 3-0 a Las Palmas y Sevilla igualó 1 a 1 con Getafe.