Su magia no tiene reemplazo
Las cifras son contundentes. El hombre agrandó a 20 la cantidad de títulos de Grand Slam, que ya era récord. Tiene 96 conquistas en el circuito grande y amenaza con volver a ser el número 1 y a que crezca otro récord que ya detenta: 302 semanas al frente del ranking mundial. Son algunos de unos números impresionantes que nunca bastarán para explicarlo.
El que va a una cancha a ver a Roger Federer tiene una esperanza que no está en otros partidos del circuito. Y no pasa por verlo necesariamente ganar, aunque sea alguien que consigue el aliento mayoritario del público en todas las canchas, incluso a veces cuando enfrenta a un jugador local. La expectativa, con Federer, es ver magia.
El Torneo de Maestros 2009 no fue justamente uno de los puntos más altos de Roger, que llegó como número 1 aunque recientemente había perdido la final del Abierto de Estados Unidos contra Juan Martín Del Potro. En la semifinal, lo dejó afuera el ruso Nikolay Davydenko, que estaba jugando el mejor tenis de su vida y finalmente se quedaría con el torneo. Pero antes de quedarse afuera, Roger tuvo tiempo de sacar uno de esos tiros que sólo pueden salir de la galera de un mago: devolvió un smash de Kolya con su propio smash desde el fondo de la cancha.
Con el tiempo, quedó claro que Federer no sólo era el tenista más ganador de la historia. Esos números podrán crecer hasta el hartazgo y ayudarán para agrandar su leyenda. Pero nunca alcanzarán para terminar de explicar esa magia que genera dentro de una cancha y para la que no tiene reemplazo. Aunque mañana venga otro que gane todo lo que él ganó.