Rosario Central sabe usar muy bien la cabeza
El equipo de Leonardo Fernández (también expulsado) jugó el segundo tiempo con 10 por la roja a González.
Estrategia y sacrifico. Dos atributos predominantes en el ADN de un Central que desde que asumió Leonardo Fernández transformó al Gigante de Arroyito en una fortaleza inexpugnable. No le sobra nada, es cierto. Le falta juego, tenencia de pelota y serenidad. Pero corre y muerde como pocos equipos en esta Superliga. Y tiene una fórmula muy redituable: la pelota parada. Ayer convirtió su quinto gol consecutivo de cabeza, un registro inédito en su historia deportiva.
Unión fue el cómplice perfecto de la victoria de los rosarinos. Caminó el partido sin fútbol ni ambición, algo imperdonable para un equipo con ambiciones de protagonismo. Ni siquiera le sacó provecho al hombre de más. Jugó todo el segundo tiempo con esa ventaja, pero nunca pisó el acelerador. Tan apático fue lo de la visita que no generó nada de peligro en la segunda parte del encuentro.
Central lo inquietó muy poco, también es verdad. La gran diferencia estuvo en la eficacia. Una pelota parada, la zurda de Leonardo Gil -un arma letal en los últimos partidos-, la cabeza de Fernando Tobio y una re- ceta que empieza a ser infalible. Los cuatro goles que Central hizo hasta el momento en casa llegaron por la misma vía. La película se repitió ante Argentinos (gol de Fernando Zampedri), Boca (Marco Ruben) y Newell’s (Germán Herrera). La fórmula también funciona lejos de Rosario. Las dos conquistas en territorio ajeno en este segundo semestre (Independiente y Gimnasia) llegaron por esa vía.
Sin embargo, en las otras facetas del juego Central entrega ventajas. No es sólido atrás (ayer tuvo un mal debut el colombiano Oscar Cabezas) y, por lo general, corre los partidos sin la pelota. Fernández pensó en Néstor Ortigoza para suplir ese déficit, pero el ex San Lorenzo aún no pudo debutar por una lesión durante un amistoso de pretemporada.
Ayer sintió más que nunca esa falencia. Con la ventaja, Central solo atinó a buscar por arriba a Zampedri, un titán en el arte de chocar y pelear. La estrategia funcionó de a ratos. La pelota quedó en poder de Unión cuando el 9 se cansó. Pero los santafesinos desaprovecharon el regalo. Su falta de agresividad fue alarmante.
Ganó Central, al cabo. Por su sacrificio ante la adversidad numérica y por otra pelota parada.