Clarín - Deportivo

Independie­nte tuvo ambición y chances, pero Josué Ayala se ocupó de frustrarlo

El arquero de Temperley fue gran figura ante una formación con mayoría de suplentes. Los locales siempre dieron batalla, incluso cuando se quedaron con diez. Figal zafó de una roja.

- Nahuel Lanzillott­a nlanzillot­ta@clarin.com

Cuando lo mereció no la metió y cuando tuvo la ventaja de un jugador más, fue menos. El Independie­nte alternativ­o (Ariel Holan guardó a los titularse para la revancha de la Recopa, el miércoles ante Gremio en Porto Alegre) no pudo con el arquero de Temperley: Josué Ayala se hizo gigante y mantuvo a salvo a los suyos por primera vez en el año, aunque el 0-0 no le sume en esa maratónica pelea que tiene por evitar el descenso.

Vuela por aquí, vuela por allá. No es un pájaro. Tampoco un avión. Mucho menos es un drone. Es Josué Ayala, que no para atajar. La escena ocurrió en menos de 15 minutos del juego en territorio celeste. En ese tiempo el arquero de Temperley ya se había convertido en la figura de la cálida noche en el Sur bonaerense, con el ruido del Ferrocarri­l Roca de fondo. Mientras Ayala volaba de un lado a otro, Independie­nte caía otra vez en el maleficio de no concretar las tantas situacione­s que sabe generar, aun sin un juego elegante como le pasó en el Beranger en ese primer tiempo eléctrico pero poco efectivo.

Cómo en sus mejores épocas con la V azulada en el pecho, el Burrito Martínez fue el primero que puso a prueba a Ayala. A pura gambeta en velocidad, se escapó y falló en el mano a mano con el arquero local. Tampoco pudo vulnerarlo Leandro Fernández, quien tras un buen pase de Nicolás Figal tenía todo como para picarla pero prefirió el remate que dio en el hombre de los guantes. Claro que Silvio Romero, en su debut absoluto con la camiseta del conjunto de Avellaneda, no se podía quedar atrás y también dejó su chance en las inquebrant­ables manos de Ayala.

Los de Ariel Holan no tuvieron el vértigo de siempre, aunque fueron los claros dominadore­s de la pelota ante un adversario demasiado cuidadoso. Con algunos pasajes de voracidad ofensiva le bastó al Rojo para ser mucho más. Si bien sus titulares de anoche son en su mayoría habituales suplentes, fue notoria la diferencia de jerarquía en el campo de juego. Con el balón en los pies Independie­nte hacía práctico lo que a Temperley le costaba horrores. Así y todo el dueño de casa se las rebuscó para tener la suya clara: Sánchez Sotelo la perdió ante un impecable Damián Albil, que demostró que está vigente.

Se habrá puesto un poco celoso Ayala de su colega que un rato más tarde se despachó con una triple atajada para mantener su valla a salvo. Sánchez Miño se soltó por la izquierda y tiró un centro que conectó Romero y desactivó el 1 celeste, que acto seguido le tapó un tiro al pibe Gonzalo Asís y en la misma acción se quedó con el cabezazo no tan fuerte del Burrito. Majestuoso lo del arquero que se ganó la ovación de sus hinchas y de sus castigados corazones.

Más allá del peso de los nombres y de ser el ganador del resultado moral, Independie­nte no fue el equipo que acostumbra ser. Lógicament­e, le faltó aceite a su formación inédita y alternativ­a. Poco y nada hizo en su estreno Gonzalo Verón por la banda derecha. Lejos está de ser el Pájaro veloz que fue en San Lorenzo. Tampoco conectaron entre sí el Chino Romero y Fernández. Por el contrario, se encimaron en más de una oportunida­d. Le faltó un organizado­r en el césped al Diablo. Holan se guardó las piernas más finas (Gaibor y Maxi Meza) para el miércoles y ayer lo sintió.

Fue más combatido que jugado el partido y eso le convenía a Temperley. Hasta que a Matías Nani se le fueron los tapones de punta sobre el Torito Rodríguez y dejó a su equipo con diez a 20 minutos del final. Es cierto: Abal decidió no ponerle la segunda amarilla a Figal (la primera había sido mal sacada) después de una dura patada sobre Scifo en una jugada en la que el lateral de Temperley prefirió seguir jugando en lugar de quedarse en el suelo. Se equivocó el juez. Sin embargo, en ese final que se preveía un sufrimient­o constante, el Gasolero se desdobló en su espíritu. Entendió el momento, fue alma y coraje para no meterse atrás y hasta logró animarse a atacar con uno menos a un Rojo desconocid­o y desdibujad­o en ese cierre en el que perdió en cada dividida, que se complicó en salidas simples y que tuvo que soportar media docena de envíos de pelota quieta. El 0-0 cortó la racha de tres derrotas seguidas de Temperley; a Independie­nte el punto no le sumó nada.

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Dos candidatos a la UFC. Adrián Arregui y Leandro Fernández, como en jaula de lucha libre, pelean a brazo partido. Abal dejó pegar bastante.

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