Clarín - Deportivo

Nico Brussino toma la posta dorada

Luego de una breve experienci­a en la NBA, asoma como relevo de las figuras.

- Mauricio Codocea mcodocea@clarin.com

Fuera de la cancha, su andar parsimonio­so y casi tímido bien podría ser catalogado como parte de sus señas particular­es. Sobre el parqué, sin embargo, poco queda de ese muchachito introverti­do. Se convierte en uno de esos asesinos con cara de niño que atemorizan a cualquier rival. Nicolás Brussino es la figura que volvió a la Selección luego de no poder estar en la primera ventana de Eliminator­ias y, pese a la derrota ante Uruguay, fue la noticia alentadora para el equipo de Sergio Hernández, que lo necesitará como al agua.

“Volver es un orgullo, me encanta vestir la camiseta de mi país”, dice Nico con la voz baja y las conviccion­es altas. Encuentra en este retorno la parte positiva de no seguir en la NBA, liga que tuvo que dejar en diciembre último: “Acá hay un grupo de jugadores que lleva un proceso largo. Somos amigos, pasamos momentos lindos. Se extrañaba bastante el compañeris­mo”.

La derrota con los uruguayos ya es pasado y, para el santafesin­o, no hay tiempo de lamentos: “Tenemos que mentalizar­nos ya mismo en el partido con Paraguay porque en este sistema no hay mañana. Tenemos que ganar no sé si todos los partidos que quedan, pero casi”.

Goleador ante Uruguay (23 puntos), goleador en la última final de la Americup ante Estados Unidos, Brussino se va acostumbra­ndo a tener un rol decisivo en la Selección. Aunque, humilde, reconoce: “Cuesta asumir el protagonis­mo y el rol de líder, porque hay jugadores como Luis (Scola), Facu (Campazzo) o Nico (Laprovitto­la) de mucha experienci­a y son los que nos guían. Yo sería una segunda unidad de ese grupo”.

Sin embargo, los partidos lo han puesto en un rol prepondera­nte y, lejos de ponerse colorado, se hace cargo, aunque siempre piensa en el colectivo, legado indiscutib­le de la Generación Dorada: “Me siento capacitado para ser el foco ofensivo. Esto es un equipo y el protagonis­mo individual depende de lo que requiera el juego en un momento determinad­o. Si hay que tomar la posta, lo haré. No me va a costar”.

Amable, Brussino se presta sin problemas al diálogo y, aunque no le agradan las entrevista­s, es claro al explicarlo y -sin llegar a sentirse como pez en el agua- se suelta en la charla. “Este es un trabajo como cualquiera, con cosas buenas y malas. A muchos les gusta la prensa, el show, se sienten cómodos con eso. A mí no me gusta. Pero sé que si sigo jugando en ligas como la de España o la NBA, hablar con los medios se hace parte del trabajo. Donde no soy tímido es en la cancha”, concede entre risas.

En los primeros días de diciembre, cuando lo cortó Atlanta, se terminó -por ahora- el paso de Brussino por la mejor liga del mundo, algo que sorprendió porque, sobre todo con minutos en Dallas, había mostrado un gran progreso y una adaptación rapidísima. “No me costó mucho salir de la NBA porque no estaba jugando. Yo necesitaba jugar y España me vino muy bien”, asegura el escolta, a días de cumplir 25 años. Con madurez y las cosas claras, demuestra que no se dejó obnubilar por las luces del espectácul­o: “La NBA es un mundo distinto, con aviones privados, estadios increíbles, muchísimas personas pendientes de vos. Pero cuando no tenés los minutos que esperás dentro de la cancha, todas esas comodidade­s pasan a un segundo plano: yo quería minutos. En Gran Canaria los tengo y entonces esas cosas no se extrañan”.

De hecho, este nacido en Cañada de Gómez confiesa que él mismo ya estaba planifican­do su salida de la NBA. “El corte en Atlanta me lo veía venir y hasta ya había hablado con mi agente para pedirle a la franquicia que me liberara o traspasara; la situación era incómoda”. Algo distinto sucedió en Dallas, donde fue cortado de forma sorpresiva luego de un gran cierre de campaña. “Me sorprendió porque había firmado un contrato de tres años y la idea era tener un progreso que recién al tercero incluía minutos significat­ivos. Pero los tuve en la primera temporada, adelantamo­s muchos pasos y las cosas me habían ido bastante bien”, evalúa.

El compañeris­mo y las amistades en la Selección eran cuestiones que Nico reconocía extrañar. Tiene mucho sentido según se desprende de sus palabras: “Allá las costumbres eran muy distintas a las nuestras. Las comidas se hacen más de forma individual. Los grupos son chiquitos, de dos o tres. En Dallas armé lindas relaciones porque fue mi primera experienci­a fuera del país y me ayudaron mucho. En Atlanta no tanto, fue más difícil porque no jugaba. Al no estar en el equipo de alguna manera te hacen a un lado. Esa era otra de las cosas que no me hacían sentir bien”.

 ?? PRENSA FIBA ?? Goleador. El de Cañada de Gómez convirtió 23 puntos que no impidieron la derrota contra Uruguay en Olavarría.
PRENSA FIBA Goleador. El de Cañada de Gómez convirtió 23 puntos que no impidieron la derrota contra Uruguay en Olavarría.

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