Clarín - Deportivo

Unión le puso justicia al resultado de un clásico que dejó poco para destacar

Ganaba el conjunto de Domínguez con un tanto de Correa. El local, a puro empuje, logró llegar a la igualdad.

- SANTA FE. CORRESPONS­AL Erico Vega santafe@clarin.com

Dicen de los clásicos, en la semana previa, que son partidos aparte, que no importa cómo llega cada uno y muchas otras frases hechas. Y, finalmente, se presentó así esta nueva versión del duelo santafesin­o: no pudieron sacarse ventaja. El dominio y las acciones estuvieron repartidas, cada cuál con sus estrategia­s intentó imponer su juego,

pero en definitiva siguen con los mismos puntos en la tabla de la Superliga (27) y parejos en el historial de AFA en Primera (dos partidos Unión arriba).

Como todo clásico, la tensión de los primeros minutos conspiró contra el juego. De ambos lados, la presión, la ansiedad, los nervios parecieron fluir por los músculos de las piernas de los 22 jugadores. Había que esperar que el reloj corra para dar lugar al aplomo. Algo de eso pasó y quien asomó más entero fue Unión. No des- de el juego sino desde la presión alta que generaba el quite y la movilidad de sus jugadores de vocación ofensiva. De hecho, a los 23 Mauro Pittón forzó a Alexander Domínguez a estirarse y evitar un gol, tras una buena maniobra en ataque con su hermano Bruno.

En Colón no estaba muy definido su estrategia: a Alan Ruiz le costaba convertirs­e en el abanderado del juego y la tenencia. Espasmódic­as aparicione­s de los atacantes parecían ser absorbidas por los marcadores centrales. Sin embargo, se notó que estaban expectante­s, atentos para aprovechar el mínimo error. Así, Javier Correa bajó con derecha - con caracterís­ticas finas- un pase largo de Germán Conti y materializ­ó una siesta de Jonathan Bottinelli y de Nereo Fernández. Ojo, los errores de los jugadores de Unión no empañaron la calidad del gol, convertido cuando iban 40 minutos del primer tiempo.

La estrategia de Colón para la segunda etapa fue bancar la parada en su propio campo y jugar de contra, porque intuyó que podía haber espacios a espaldas de los defensores. Los hubo, pero no los aprovechó. Además, Gómez Andrade fue una fortaleza. Le costó a Correa y a Vera por ese sector. En ese contexto y más allá del ingreso de Droopy Gómez - carta interesant­e con la pelota parada- Unión tenía pocas ideas y no lograba imponerse. Pero como fue generando muchas infraccion­es en terreno rival, daba la sensación que estaba cerca de la igualdad. Agotó los recursos: por abajo, tras una buena jugada colectiva, definió mal Acevedo; por arriba, de tiro libre, Droppy pateó con dirección pero respondió bien el arquero. Después, Soldano luchó más de lo que jugó y Gamba actuó en un 60 % de sus condicione­s físicas (estuvo presente porque es un emblema). La sensación era que de la única manera que podía llegar al gol sería por un error del rival. Y así fue. Guillermo Ortiz, el que más concentrac­ión mostraba, el que le reclamaba a los delanteros para que tengan más la pelota, el que se quedaba afónico de tanto grito, fue el que metió adentro el centro de Martínez. Ahí se terminó el partido. El empate fue justo para ambos, aunque a los protagonis­tas les haya quedado otras sensacione­s.

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