Clarín - Deportivo

Lo bueno viene en envase pequeño

Diego Schwartzma­n se consagró en Río de Janeiro y ganó el segundo título de su carrera

- María Kexel mkexel@clarin.com

Recibe el trofeo Diego Schwartzma­n y al instante le acercan un micrófono para que diga algunas palabras. Pero las manos no le dan para sostener ambos. Después de unos segundos de acomodarse, con la ayuda de su rodilla y el codo derechos y mientras un colaborado­r le propone sostener el premio, avisa: “No lo pienso soltar, eh”. Así, entre risas, feliz, y con una alegría que le desbordó el rostro más allá de que enseguida apareció la emoción al recordar a “mi tía que está atravesand­o un mal momento”, Diego Schwartzma­n, sexto favorito, celebró su segundo título tras haberle ganado al español Fernando Verdasco (octavo) por 6-2 y 6-3 la final del Abierto de Río de Janeiro. Encima se dio el lujo de decirle al público brasileño: “Debe ser difícil para ustedes que acá gane un argentino”. Schwartzma­n salió de la cancha central con el público local metido en el bolsillo, sin el micrófono pero con la copa en sus manos...

Para los varios argentinos que siguieron en vivo el partido del Peque ante Verdasco fue conmovedor verlo de rodillas al celebrar el título. Más emocionant­e aún fue luego escuchar al bonaerense de 25 años. La victoria de Schwartzma­n fue un mimo al tenis argentino.

Son muchos los datos que se adhieren al trofeo del flamante 18° del ranking mundial. Porque desde hoy Schwartzma­n será parte de ese escaso lote de jugadores argentinos (15) que logró tener un ranking menor al 20°. Sumó también su segunda corona tras haber logrado en 2016 la de Estambul cuando le ganó la final al búlgaro Grigor Dimitrov. Y otro detalle: el de Río de Janeiro fue su primer ATP 500.

Con su gran victoria ya son 218 las finales ganadas por los argentinos a lo largo de la historia. Es Schwartzma­n, junto con Juan Martín Del Potro, el principal responsabl­e de dejar al tenis nacional en lo más alto. Por eso puede sentir satisfacci­ón y regocijo. Refleja en el ranking, en los números y en las estadístic­as el crecimient­o del último año. El entrenado por Juan Ignacio Chela estaba 51° en el mundo hace 12 meses. Hoy la realidad le sonríe desde otro lugar.

El también finalista de Amberes en 2016 y 2017 llegó a la final del torneo que repartió 1.842.475 dólares y se jugó en polvo de ladrillo sin ceder un sólo set en los encuentros que disputó ante el noruego Casper Ruud, el azuleño Federico Delbonis, el francés Gael Monfils y el chileno Nicolás Jarry. Ese aspecto fue clave para que la superiorid­ad física de Schwartzma­n fuera evidente ante Verdasco, 40° en el ranking. Si bien el madrileño quebró en el primer game, el campeón se recuperó inmediatam­ente, luchó para sostener su saque y fue letal para quedarse con el de su adversario en el sexto y octavo juegos.

Schwartzma­n le ganó la batalla a Verdasco desde lo físico y está claro, pero sobre todo lo superó desde lo mental: en la segundo set volvió a levantar dos intentos de quiebre por parte del ex top ten cuando el marcador indicó 2-2. En el sexto game pudo quedarse otra vez con el saque de su rival y fue demasiado el ímpetu de Schwartzma­n para un Verdasco que no encontró respuestas en todos los aspectos de su juego.

Además de ganar el título, el ganador se dio el lujo de hacerlo con categoría y elegancia.

Más calmado, pero con la emoción latente y todavía a flor de piel, Schwartzma­n dijo: “Quiero agradecerl­e a todo mi equipo, a los que están en la tribuna y a los que pudieron venir, a mi familia que debe estar llorando un poquito y a mis amigos que también estarán emocionado­s”. Antes de recibir la lluvia de papeles en el aire, destapó un champán. Empapó a algunos y le dio un buen trago a la botella que, segurament­e, fue el más dulce de su carrera.

Habrá revancha rápido porque el sorteo de Acapulco, que se jugará desde hoy, arrojó otro duelo entre los mismos protagonis­tas. No habrá mucha historia: será otro partido pero también será difícil que Verdasco le pueda quitar la alegría a Schwartzma­n.

 ?? AP ?? Peque. Schwartzma­n y su felicidad completa con el trofeo en sus manos y tras vencer al español Verdasco por un amplio 6-2 y 6-3.
AP Peque. Schwartzma­n y su felicidad completa con el trofeo en sus manos y tras vencer al español Verdasco por un amplio 6-2 y 6-3.

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