Talleres no supo quebrar el cero con Tigre y se le esfuma la ilusión de pelearle a Boca
No capitalizó el hombre de más que tuvo en el segundo tiempo, ni tampoco el penal que le dieron: lo falló Olaza.
Hubiese sido demasiado premio para Talleres si el cabezazo de Santiago Silva, en el minuto final del partido, terminaba en gol. Y al contrario: fue un acto de total justicia la acción que protagonizó Daniel Imperiale, que le ahogó el grito a Aldo Araujo al despejar la pelota cuando iba camino al gol en el instante definitivo del encuen- tro. Al cabo, la igualdad 0 a 0 entre Tigre y Talleres les sirvió a los rivales del Matador que luchan por no descender, y al cómodo líder Boca, que sigue sin encontrar quién le haga frente en el campeonato.
La campaña de Talleres es digna de un aplauso prolongado. En 2 años y medio, pasó de jugar el Torneo Federal A a ser el escolta de Boca. Es, además de los resultados que hoy por hoy lo clasificarían a la próxima Copa Libertadores, uno de los equipos que mejor juega en el fútbol argentino. Pero Talleres es un club exportador y se tiene que renovar semestre a semestre. Ahí aparece tal vez el mérito más grande del entrenador Frank Kudelka. Ya no cuenta con el talento de Bebelo Reynoso ni con las gambetas de Jonathan Menéndez; sin embargo, la T sigue siendo protagonista. En el conjunto cordobés, la idea está por encima de todo, por eso no importa tanto quién juegue. Aunque la jerarquía de los futbolistas es lo que otorga el salto de calidad: ayer, ante Tigre, jugó el segundo tiempo con superioridad numérica por la expulsión de Sebastián Prediger y en ningún momento supo cómo capitalizar ésa ventaja. La sensación es que le quedó incómodo el partido a los comandados por Kudelka porque tuvieron que cambiar el libreto: del juego de contragolpe al de posesión. Y no pudo pasar de la igualdad en cero.
Si se analiza el compacto del juego, se podría concluir que Talleres estuvo más cerca de ganarlo. Las 4 situaciones más claras le pertenecieron: Lucas Olaza falló un penal en el primer tiempo luego de una falta de Canuto a Ramírez, Julio Chiarini envío al córner un centro-tiro al arco del lateral Godoy, el cabezazo solitario de Silva que se fue a centímetros del palo izquierdo y la salvada milagrosa de Imperiale cuando Araujo ya estaba festejando. Después, Tigre fue el que asumió el protagonismo del juego. Buscó, insistió, mostró amor propio y arrinconó a los cordobeses a base de sacrificio. También contó con una buena actuación de Lucas Janson, un delantero de similares características a Ricardo Centurión. ¿Oportunidades de gol del local? Un remate lejanos de Menossi, un débil cabezazo de Janson y un par de malas decisiones en los metros finales.
La tarde de Victoria merece dos menciones especiales. La primera: la buena actuación de Mauro Vigliano. Los hinchas de Tigre lo insultaron todo el partido, pero el árbitro acertó en cada una de las determinaciones. Expulsó de manera acertada a Prediger por doble amonestación, sancionó un claro penal de Canuto a Ramírez y no se dejó engañar por los jugadores locales que simularon en varios pasajes. En tiempos donde los árbitros son señalados por sus malas prestaciones, la de Vigliano merece ser destacada.
La segunda mención es para el público de Tigre. No hubo histeria en el estadio José Dellagiovanna, más allá de que la tabla de los promedios acecha. Y bastante más: los jugadores locales se fueron aplaudidos en el final e incluso se escucharon palmas para Prediger cuando se fue expulsado. También hubo espacio para las risas: en el entretiempo, un hombre robusto marcó un gol de la mitad de la cancha en un juego para los socios, y la popular local no dudó. “Ponelo al gordo, la p.. que lo parió”, cantaron.