Clarín - Deportivo

Temperley quebró la sequía, pero el punto le sirvió de poco

- Guillermo Tagliaferr­i gtagliafer­ri@clarin.com

Las matemática­s y la realidad cuentan que Temperley tiene un pie y medio en la B Nacional. Pero se resiste, se rebela ante la adversidad y busca por todos los medios posibles. Tira un centro, dos, mil. Choca contra las manos de Alexis Martín Arias, contra sus propias limitacion­es, se altera con los nervios que tienen todos aquellos que luchan por no descender pero sigue yendo. Y en el final, cuando los brazos parecían estar abajo, encontró su grito de desahogo en el festejo de Emiliano Ozuna, quien cortó con 587 minutos de sequía. En caliente, ese gol fue un renacer. En frío, la tabla le devolverá a Temperley una dura realidad con los números. Pero en espíritu puede quedarse tranquilo. En cambio, Gimnasia tuvo todo para volver a festejar de visitante tras cinco meses, pero sus temores lo empujaron hacia atrás y terminó en un 1 a 1 que se lo cuestionar­á toda la semana. Porque después de un primer tiempo muy intenso pero con pocas llegadas en el que el equipo de Sava se había mostrado solidario y creciendo desde su idea, se deshizo en un complement­o que lo encontró en ventaja de forma inesperada.

Es que esa segunda etapa, desde el inicio, tuvo al local con ambición. En un puñado de minutos, Martín Arias le tapó el gol a Gentile. Treinta segundos después, Di Lorenzo probó y la pelota se fue pegada al palo izquierdo. Luego llegó un espejismo: Gimnasia, con dos toques, construyó la ventaja tras una recuperaci­ón de Faravelli, un centro atrás preciso de Alemán para devolverle la pared y una definición al ángulo del 8. El tanto fue un golpe al mentón para el local, pero Gimnasia eligió refugiarse en lugar de ir por el nocaut.

Entonces, sin tanta idea pero con mucho de ese amor propio que aparece cuando todo está por perderse, Temperley llenó de centros el área rival. Primero lo tuvo Gentile con una media vuelta que pegó en Alderete; después Giordana, el chico de Villa Dálmine que se sumó en la semana, metió un cabezazo que Arias descolgó. El mismo Giordana metió el 1 a 1 pero la jugada fue correctame­nte invalidada. Segundos después, Arias le tapó otro mano a mano que pegó en el travesaño: ¿y el rebote? Tampoco, porque Alderete salvó en la línea. En Turdera todos se agarraron la cabeza para recordar la sequía de 6 partidos sin poder hacer un gol. Movió el banco Esmerado y fue por todo lo que le quedaba; Sava especuló hasta cuando ya sus líneas estaban pegadas al arco de Arias. Ese festejo de Ozuna fue un premio consuelo para el local y un castigo para la visita, aunque las matemática­s digan lo contrario.

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