Clarín - Deportivo

El director técnico del presidente

Alejandro Nania. Entrenador de fútbol

- Fabio Dana fdana@clarin.com

Se define como un bicho raro dentro del fútbol. Y algo de razón tiene Alejandro Nania, el entrenador que hoy dirige al equipo que juega con el “caballo del comisario” dentro del fútbol argentino. Es que Nania, nacido en Mataderos hace 47 años, se calzó el buzo de Barracas Central, el club de Claudio Chiqui Tapia, el presidente de la AFA. Pero Nania tiene una particular historia de vida, y dirigir ahora al Guapo es una anécdota más dentro de su curiosa carrera.

Nunca jugó al fútbol de manera profesiona­l. “Llegué hasta Octava, a los 15 años, en Deportivo Español. Después dejé. Pero siempre me apasionó el fútbol, así que de grande hice el curso de técnico y comencé a dirigir en Inferiores”, cuenta. La pasión por el fútbol y por el barrio le marcaron el camino. Y dio sus primeros pasos en Nueva Chicago, donde dirigió Inferiores, fue coordinado­r de la Infantiles y también técnico de la Reserva.

“Tuve la suerte de estar en los últimos tres ascensos del club, con Vega y Traverso, como ayudante de campo, con Guede y luego con Labruna”, afirma. Justamente tras la salida de Labruna, en 2015, llegó la gran oportunida­d de dirigir en Primera. Pero el sueño del pibe se tropezó con una dura realidad: el miedo a volar. “Sufría muchísimo por los aviones. Cada vez que íbamos al Interior me descomponí­a, me dolía la panza, la cabeza, la pasaba muy mal. Y me afectó la salud. Los análisis que me hice me dieron que tenía muy bajas las plaquetas y el médico

me recomendó no seguir”, asegura.

Otro episodio ocurrido por esos días lo conmovió y mucho. Rodrigo Espíndola, jugador del plantel de Chicago a quien en ese entonces él dirigía, fue asesinado en Monte Grande cuando intentaba entrar a su casa con su mujer y su pequeño hijo. “Esa situación me desbordó, me dolió y me duele todavía. Tenía muy buena onda con él, jugó bastante conmigo. Era una gran persona, muy positivo en todo, predispues­to para ayudar al grupo….”. Desde ese momento, mayo de 2015, dejó de dirigir salvo por un breve interinato de nuevo en Nueva Chicago en 2016, aunque siguió ligado a la actividad deportiva en el gimnasio del Brisas del Sud, en Guardia Nacional y Bilbao, Mataderos, el club de barrio en el que creció.

Nania no es el único entrenador con aerofobia, como se conoce a este trastorno que afecta a más personas de las que se cree. Claudio Borghi y Ricardo Caruso Lombardi son algunos de los técnicos que manifestar­on sentir temor a volar, aunque de alguna manera se las arreglaron para que el miedo no les impidiera continuar con sus carreras.

Lo cierto es que, en poco tiempo y a raíz de semejante dificultad, Nania pasó sin escalas de estar dirigiendo en La Bombonera frente al Boca del Vasco Arruabarre­na, a formar pibes en el club del barrio. Relajado, lejos de las grandes luces, de las presiones. Y de los aeropuerto­s, por supuesto. A finales del año pasado se animó a volver a las canchas, y no como espectador: “El contacto con Barracas me lo hizo Daniel Ferreiro, el ex vice de Chicago y actual vocero de Chiqui Tapia. La verdad es que estoy bien, disfrutand­o, es un lindo club y hay un buen grupo humano. La meta es entrar al Reducido

(hoy está ingresando como el último equipo) y lograr el ascenso”.

Ahora no pelea contra los aviones, pero debe pelear por demostrar, cada fin de semana, que a su equipo no lo favorecen los arbitrajes por

ser el club del presidente. “No es así, para nada, son cosas que se dicen… Antes de que yo llegara estuvimos 10 partidos sin ganar. Por suerte llegamos nosotros y pudimos ir cambiando la historia. Los árbitros se pueden equivocar, a veces a favor, a veces en contra. Hay que ver el funcionami­ento del equipo. Porque si te ayudan con el arbitraje y tu equipo no pisa el área rival, no hay manera de ganar”.

En la B Metropolit­ana los traslados son en micro, así que el problema del avión está resuelto. “Antes de llegar a Barracas me habían venido a buscar de muchos clubes, tuve ofertas, pero por el miedo a volar dije que no. Todos me decían: 'Hay técnicos sin trabajo y vos rechazás todo'. Pero soy así, prefiero estar más en mi casa, compartir más tiempo con mis hijos que son chicos y no viajar tanto. No soy un técnico normal”.

Nania asegura que el miedo a volar sigue firme y que si vinieran del Real Madrid para contratarl­o, “ni loco” aceptaría. Nunca hizo tratamient­os para ganarle la batalla a la fobia, aunque reconoce que su familia puede influir en que, al menos por una vez, cambie de opinión. “Me vienen insistiend­o con que quieren ir a Disney, no sé… me tendrán que dopar”.

 ?? MAXI FAILLA ?? Los pies en la tierra. Nania dirigiendo a Barracas. El miedo a volar lo obligó a dejar Chicago y recaló en el club de Chiqui Tapía.
MAXI FAILLA Los pies en la tierra. Nania dirigiendo a Barracas. El miedo a volar lo obligó a dejar Chicago y recaló en el club de Chiqui Tapía.

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