Derecho de autor a Fontanarrosa
Las cosas como son: el VAR es una creación de Roberto Fontanarrosa. Lo escribió en un cuento, sobre un partido imaginario que se jugó hace 30 años en un pueblo alemán. Aquella tarde, los 73.000 espectadores tuvieron que contener la clásica puteada inicial porque los árbitros nunca aparecieron.
Y el partido empezó igual, porque ese día, 15 de enero de 1988, en el “Duisburg Stadium de Oberhausen”, se estrenaba el nuevo sistema de referato a distancia, muy parecido al que ahora observará las jugadas en el Mundial de Rusia. ¿Qué aquel sistema originario no prosperó porque no tenía un nombre que lo hiciera reconocible? Pero por favor. A Fontanarrosa, creador rosarino que dibujaba, narraba como los dioses y hacía reír, no se le escapó ese detalle en absoluto. Y a sabiendas de que casi nadie recordará nunca que “VAR” quiere decir en inglés Video Assistant Referee, él inventó una denominación mejor para aquel revolucionario sistema, que llamó “AUP” y que desplegado en alemán significaba Arbipeissal Und Perspektiven. ¿Cómo funcionaba? Desde una torre de control de 75 metros de altura instalada a una cuadra del estadio, distancia prudente y necesaria para evitar monedazos contra los jueces de línea y alejar el eco de esos cantitos ácidos y pegadizos que se ponen de moda en verano. Y no era una locura. Si hasta en España en estas horas se está pensando construir algo así, para más confusión un “VOR” (Centro de Video Operaciones), en la Ciudad del Fútbol del municipio de Las Rozas. “Esta torre no presentaba ventana alguna, y más podía confundirse con un monumento moderno, o con alguna reminiscencia emblemática de la majestuosidad nazi que con lo que verdaderamente era: la central computarizada de control desde donde se dirigía el encuentro”, escribió Fontanarrosa en “La columna tecnológica. Fútbol y Ciencia”, publicada en el libro “El mayor de mis defectos”, en 1990. Según su relato, la torre estaba equipada con 127 pantallas de TV que una terna arbitral observaba en silencio, tomando cerveza, lejos de las quejas de jugadores, hinchas y poderosos. Mil ojos electrónicos, y una mirada más punzante que la de Boogie el aceitoso, podían ver más que seis.
Pero todo puede fallar, y estos controles pueden traer injusticias y revoleos. Que lo nieguen los de River y los de Independiente a propósito de recientes tumultos coperos. Parece que el sistema AUP también falló. Y algo terrible pasó cuando un hincha enfurecido posó su pulgar sobre el botón que disparaba un misil soviético. Creer o reventar.