Racing está bien de la cabeza, sumó su sexto triunfo seguido y el hincha se ilusiona
Son cinco victorias por el torneo local y una por la Copa Libertadores. Martínez también sigue de racha y el arquero Musso esta vez fue figura. Muy mal arbitraje de Loustau.
Imparable, ahí va Racing. Volteando a todos sus rivales. En la Superliga, ese torneo en el que galopa hacia el cuarto lugar a bordo de cinco victorias consecutivas. En la Copa Libertadores, la obsesión de la tribuna.
Se sobrepone a cada dificultad la Academia de Eduardo Coudet. A dos penales no cobrados. A un gol de Vélez que parecía terminar con la cadena de éxitos. A la expulsión -justa, por cierto- de su capitán. A media docena de tiros con destino de gol que tapa su joven arquero. ¿Hasta dónde lo llevará semejante racha?
Exige. Presiona. Asfixia. Racing, por momentos, es un equipo insoportable para el rival. “Quiero que mis jugadores se tiren de cabeza a la pelota”, le había dicho Coudet a Clarín antes de la reanudación de la Superliga. Y el mensaje bajó claro. Entonces, despliega a sus delanteros y volantes en el campo de enfrente. Y suelta a los laterales. Y empuja con los zagueros hasta el círculo central.
Esa tendencia se observó en el primer tramo del partido. Lo acorraló a Vélez. Y encontró el gol rápido con una pelota parada. Es el octavo que convierte Racing por esa vía. Con un ejecutante como Cardozo, las posibilidades son infinitas. Y si en el área está Lautaro, mucho más. Se elevó el chico maravilla del predio Tita y clavó el cabezazo goleador.
Racing dominaba, pero empezó a flaquear en el retroceso. Las trepadas de Saravia, el despliegue de Zaracho y Cardozo, el sacrificio de Lisandro López, la presencia de Lautaro… Racing generaba expectativas en tres cuartos, pero no pesaba en el área. Para colmo, Centurión volvía a mostrar deficiencias a la hora de elegir el último pase. Arrancaba cada jugada con la convicción de un crack y las terminaba como un pibe de los Bosques de Palermo.
En este contexto, Vélez comenzó a preocupar. Con la buena triangulación de sus volantes, transformó en figura a Musso. El joven del buzo verde esmeralda, color que distinguió a Fillol, anoche atajó como el Pato.
En el arranque del segundo tiempo, Vélez perdió el empate: otra vez Musso se agrandó ante Zárate. Y el partido se hizo imperfecto, pero emotivo. Ya se había equivocado Loustau en no cobrar un penal de De La Fuente a Lautaro en el primer tiempo y no vio otro de Cubero a Centurión. El propio Ricky no pudo hacer el segundo porque Rigamonti voló notablemente. Y Zárate lo empató tras un centro bárbaro de Vargas. Una costumbre de Mauro cada vez que visita el Cilindro. Aquí ya metió cinco.
Vélez triangulaba con criterio. Cambiaba de ritmo. Vargas estaba intratable por el sector de Saravia. Lo dejó a Domínguez de frente al gol. Y el juvenil falló por un centímetro. Loustau expulsó correctamente a Lisandro, quien le pegó una patada sin pelota a De La Fuente. No pareció desmedida la reacción del lateral. Pero el juez también lo echó.
Palo y palo era el partido. Y lo destrabó Centurión. La peleó Lautaro, Solari -que había entrado por Zarachodesbordó y Ricky la clavó de cabeza por encima de Rigamonti. Vélez fue por el empate. Nadie entendió por qué salió Zárate. Robertone tuvo un tiro libre inmejorable para el 2 a 2, pero Musso tuvo una noche fenomenal. Cufré y Sigali vieron la roja entre dudas. Y llegó el final con los corazones agitados. Porque Vélez acarició la igualdad. Porque Racing ilusiona como no pasaba hacía mucho tiempo.