Clarín - Deportivo

Boca gritó en la última bola una victoria que le da más fuerzas para lo que viene

Le costó ponerse en ventaja, le empataron a los 43 del segundo tiempo y lo ganó con su lateral derecho empujando la pelota debajo del arco. La gente estalló de alegría.

- Matías Bustos Milla mbmilla@clarin.com

La Boca ruge. Es un grito que envuelve todo. En Mendoza cueste lo que cueste, en Mendoza tenemos que ganar, canta una Bombonera rabiosa, que ovaciona a Barrios por cada recuperaci­ón y también porque puso ese pase preciso cuando todo era desazón luego del inmerecido empate transitori­o de los de Victoria. Se feste- ja otro triunfo en Brandsen 805, una victoria que pone a Barros Schelotto en el mismo escalón récord de Carlos Bianchi (se aseguró estar 39 fechas seguidas como puntero). Se desgarran las gargantas porque el gol del final, tras el pase de Wanchope, es de Jara, ese correntino con sangre azul y amarilla que se metió al área chica como un puñal para tocar el 2-1 cuando los cinco minutos de adición de Germán Delfino parecían cortos después de todo el tiempo que hicieron los dirigidos por Cristian Ledesma. Un gol de delirio, de desahogo, de envión anímico ideal para elevarse a las nubes y aterrizar de lleno en la final en Mendoza. Un premio a la insistenci­a, al desenfreno y también un mimo del destino para un equipo que arriesga como ningún otro, incluso jugando sin armonía, y exponiéndo­se a ese gol de Pérez Acuña, en la única excursión ofensiva de los de Victoria en el segundo tiempo. Boca juega con la guardia baja porque siempre quiere noquear. Casi siempre le sale (lleva 15 meses como puntero que lo avalan) pero cuando no lo hace, sufre. Porque a las espaldas de Barrios hay huecos difíciles de llenar si todo el tiempo el equipo queda posi- cionado para atacar. Porque al Tevez de nueve no siempre le queda la pelota servida y porque hay momentos en los que algunos apellidos se desenchufa­n tanto (Fabra, un abonado) que exponen un triunfo merecido.

Ofreciéndo­le la mandíbula al rival con los brazos a las espaldas, Boca corre riesgos contra River. Si se vuelve un demonio de Tazmania como en buena parte del segundo tiempo, apretando y pisando el área con decisión, puede ganar como lo hizo en el Monumental hace cinco meses. Con Cardona metido, enganchand­o y metiendo cambios de frente para Pavón (así llegó el penal), Boca tiene chances de triunfo. Si el colombiano se pone a hacer jueguitos con el encuentro justito en el resultado, el equipo del Mellizo estará en peligro.

Pavón es objeto de análisis. Es capaz de decidir mal cuando busca la gambeta y hasta puede dar la sensación de estar jugando a una marcha menos, pero en el repaso de jugadas (mire hoy los noticieros de TV) siempre aparece generando riesgo, ganándole en velocidad a sus marcadores y siendo una flecha hacia adelante que también recupera pelotas cuando hace falta. Es infaltable en Boca. Los 56 partidos consecutiv­os como titular cuentan eso.

El miércoles será una final y Gallardo, seguro, habrá tomado nota de las debilidade­s que ofrece Boca en su franja izquierda, de lo que pasa cuando Pablo Pérez no tiene un pase seguro o de lo fastidioso que anda Tevez cuando termina saliendo del área. Claro que el lider tiene grietas por dónde ganarle. Pero hay una gran certeza: hace mucho, pero mucho tiempo, que nadie puede bajarlo de lo más alto, aunque varios equipos, como Tigre anoche, le tejan una telaraña incómoda que no le permite brillar.

El triunfo anímico también es numérico. La Superliga, eterna, es más importante que la Supercopa (al cabo, vale más el clásico que el título) y por eso ese grito final de todo el plantel, de Guillermo abrazando a Rossi y de todo un estadio fue una inyección al corazón. También un mensaje: hasta el último minuto, Boca deja todo.

 ?? MARCELO CARROLL ?? La euforia del final. Los cordobeses Ábila y Reynoso asfixian al correntino Jara, autor del gol que le permitió a Boca mantener los ocho puntos de diferencia.
MARCELO CARROLL La euforia del final. Los cordobeses Ábila y Reynoso asfixian al correntino Jara, autor del gol que le permitió a Boca mantener los ocho puntos de diferencia.

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