Con la cabeza en la Copa, un cero para los dos
Partido chato y de pocas situaciones, Lanús y Estudiantes dejaron 90 minutos que no harán historia.
Cuando se prepara una comida sin condimentos, es lógico que salga sosa, sin gusto o con gusto a poco. Y cuando se guardan jugadores por cansancio o por priorizar copas internacionales, jugándosela con una sin número de suplentes, sucede lo mismo: surge un espectáculo chato, anodino, sin atractivos.
Es que Lanús y Estudiantes guardaron gran parte de lo que tenían (el Granate porque venía de Perú tras un periplo por la Sudamericana y el cansancio hizo lo suyo; y el Pincha porque jugará el miércoles frente a Real Garcilaso de Venezuela por la Liberta- dores) y construyeron 90 minutos para el bostezo con un 0 a 0 tan natural como predictivo.
Para Lanús, el empate no suma demasiado. Sí, en el rodaje de esta nueva etapa que está en las antípodas del que jugó hace poco más de tres meses una final de Copa Libertadores, pero que se apoya en algunos nombres experimentados y en un sinfín de pibes que, con entusiasmo, piden pista. Un nuevo proceso al que habrá que acostumbrarse. Entonces Belmonte, Lodico, Di Renzo se mueven alrededor de Iván Marcone quien maneja los tiempos y los ritmos de su equipo. Y Lanús es prolijo con el trato de pelota y obediente a la hora de correr y recortar espacios. Pero carece de sorpresa y explosión. Entonces se vuelve previsible, anodino, haciendo de Mariano Andújar un mero espectador durante casi todo el partido.
Para Estudiantes que estaba con su cabeza en la Libertadores, el punto le sienta bien para sacarse de encima a un rival y una cancha siempre complicadas y para seguir discutiendo cara a cara por un lugar en la próxima edición de la Libertadores (por ahora en zona de Sudamericana). Pero necesitará más de Lucas Melano que ayer lució muy solitario a la hora de atacar y de un poco más de acompañamiento de Lattanzio o Talpone para generar algo de peligro en el arco rival ya que salvo algún que otro revolcón de Andrada, poco pasó.
Los ingresos de Giménez y de Lucas Rodríguez le dieron un poco más de vivacidad a un equipo que no supo salir de su propia intrascendencia.