Clarín - Deportivo

La agónica media sonrisa de San Lorenzo se gestó en la mezquindad de Huracán

El equipo de Alfaro ganaba con un grito de Chávez, pero se metió atrás. El de Biaggio se alejó aún más de Boca y debe mejorar para no quedarse sin la Libertador­es 2019.

- Daniel Avellaneda davellaned­a@clarin.com

Le dicen el Príncipe, pero termina corporizán­dose en el Rey del Palacio Ducó. Porque se eleva en la última pelota en Parque de los Patricios y todos

se rinden a sus pies. Un arquero (Manuel García) que no sale y le sirve el empate en alfombra roja. Un defen-

sor (Carlos Araujo) que lo escolta hacia la coronación de una tarde que se asomaba oscura detrás de la tribuna de lacalle Luna. Nicolás Reneiro no claudicó. Miró de reojo a su tocayo Blandi y desfiló hacia el área. El centro fue mágico y el cabezazo, un milagro inesperado a esa altura del partido. El grito del 1 a 1 ahogó las penas que brotaban en San Lorenzo por la derrota que se avecinaba en el clásico de barrio. Resultó un golpe demasiado duro para este Huracán que se cobijó en su campo, dejó crecer a su rival y no supo liquidar el duelo a tra- vés del contraataq­ue.

Sí, respiró aliviado San Lorenzo después de noventa minutos de fútbol traumático. Con una sonrisa nerviosa. Porque aunque es cierto que pudo ser peor el resultado, el futuro es sombrío con este nivel de juego. Y más allá de que las miradas escrutador­as le apuntan a Claudio Biaggio, los dirigentes no podrán hacerse los distraídos. Matías Lammens lo confirmó en el cargo a bordo de las victorias que consiguió en el último tramo del año pasado, pero el presidente no le dio las armas suficiente­s para potenciar el equipo. Vendió a Ezequiel Cerutti y trajo a Valentín Viola, un refuerzo que apenas jugó 25 minutos y ayer se lesionó en el calentamie­nto precompeti­tivo. Y aquellos que llevaron al Ciclón a pelear la Superliga hasta el final de 2017 ahora están demasiado bajos. Fernando Belluschi es un caso sintomátic­o.

San Lorenzo arrancó 2018 a 3 puntos de Boca. Disputada media docena de fechas y a pesar de que tiene un partido postergado contra Independie­nte, está muy lejos, a 13 unidades del líder de la Superliga. No es producto de la casualidad ni de la mala fortuna. No juega bien el equipo del Pampa. Una constante durante su breve ciclo. Pero ya no gana seguido. Y las razones hay que buscarlas en un funcionami­ento rudimentar­io. El orden defensivo es una prioridad. Por eso se destacan los dos marcadores centrales, siempre bien ubicados. ¿Y el ataque? Pelota larga para los dos centrodela­nteros, poca sorpresa por

afuera y nula conexión por el adentro. Ese combo se observó en Parque de los Patricios. Livianitos Franco Moyano y Nahuel Barrios, los pibes que acompañan al desconocid­o Belluschi, Blandi y Reniero se la pasaron mendigando alguna posibilida­d entre los zagueros de Huracán. Y cuánto debe estar arrepintié­ndose ahora Gustavo Alfaro. Su planteo fue efectivo en el primer tiempo. Con Nicolás Silva e Ignacio Pussetto armando un buen circuito de juego a espaldas de Gabriel Rojas. Por ahí se filtró Nacho, después de una pared con Silva, para dejar a Andrés Chávez de cara al gol. Fue merecido. A fin de cuentas, Nicolás Navarro había impedido el festejo del Globo en dos oportunida­des, ante Matheu, después frente al propio Pussetto.

San Lorenzo casi no había inquietado a García, más allá de ese tiro de Moyano que pegó en la mano de Araujo, un penal que Echenique no

cobró. Después, nada. Como en casi todo el segundo tiempo. ¿Por qué Biaggio esperó tanto para cambiar? Ledio pista a Leandro Romagnoli cuando quedaban 14 minutos para el desenlace. Y el Pipi demostró que está vigente. Alfaro había buscado aprovechar los espacios que dejaba su rival con Rolfi Montenegro y Tito Noir. Sin embargo, tomaron malas decisiones en cada réplica y Huracán se metió cada vez más atrás. Pussetto, cansado, derribó a Rojas. Otro penal que se devoró el árbitro. Hasta que Blandi se iluminó, Reniero lo empató y sonrió el Ciclón... Hasta ahí nomás.

 ?? GERMÁN GARCÍA ADRASTI ?? El Príncipe de Boedo. Nicolás Reniero y una foto que jamás olvidará: un grito de gol con toda la fuerza en el final de un clásico con Huracán. Sufren García y Araujo.
GERMÁN GARCÍA ADRASTI El Príncipe de Boedo. Nicolás Reniero y una foto que jamás olvidará: un grito de gol con toda la fuerza en el final de un clásico con Huracán. Sufren García y Araujo.

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