Las dos caras de Vélez, tan cerca de la derrota como del triunfo
Iba en ventaja, se lo dieron vuelta, lo empató y casi lo gana. Así es este momento del equipo de Heinze.
Peor es nada. El nombre del programa que inmortalizó Jorge Guinzburg, el más famoso de los hinchas de Vélez, fue la sensación que dejó el empate ante Central. Un reparto que resultó equilibrado entre los bajones pronunciados del local y la regularidad y el oportunismo visitante.
Este Vélez bipolar de Gabriel Heinze es su peor enemigo. En cada partido muestra dos caras y en la más dura no para de perder puntos para encarar la próxima temporada, porque en la actual los últimos cuatro que ocupan posiciones de descenso directo siguen hundiéndose, pero a la vez los rivales futuros tampoco sumaron mucho. Tiene un arranque dinámico, enérgico, vertical. Cada jugador pelea la pelota como si fuera la
última, le ahoga espacios al rival, busca recuperar sin excederse en la infracción, intenta el pase entre líneas para lastimar al rival. Y entusiasma. Da la sensación que ese es el camino
correcto. Con ese ímpetu, abrió el partido con golazo del Monito Vargas (cuidó la pelota, buscó el perfil y sacó un latigazo tremendo), tras un gran esfuerzo de Bouzat por derecha. Pero ese Vélez activo cambia de cara y se duerme, especialmente en defensa. Central no había terminado de acomodarse tras el 0-1 y llegó el empate tras una pelota parada. Y como contra Racing la semana pasada, que marcó Lautaro Martínez de cabeza tras un córner y sin marca, la cabeza del uruguayo Parot se anticipó a todos tras el tiro libe de Leonardo Gil.
Entonces Vélez empieza de nuevo. Se hace dueño del juego, busca, mete y genera situaciones de peligro, aun cuando su figura, Mauro Zárate, está absorbido por los dos centrales. Poco hizo el delantero para desmarcarse y encontrar espacios, y esta vez no pareció un error la decisión del técnico de sacarlo. Estuvo cerca con un centro de Gastón Díaz sobre la línea de fondo que cortó bien Ledesma y con un remate de Bouzat que se fue muy cerca del ángulo derecho.
Para Central, que jugó con un solo punta y metió muchos hombres en el medio, el negocio pasaba por aprovechar
las distracciones de la defensa de Vélez, esa que le genera a la gente pasar de la euforia a la angustia en una cuestión de segundos. A los once minutos, un cabezazo hacia atrás de Zampedri (que zafó de la roja después de ir con la pierna arriba contra el arquero Rigamonti por esa forma tan particular de Beligoy de interpretar las acciones), le permitió a López Pissano ganarle en velocidad a Laso y establecer el 2-1.
Perdido en la cancha, el dilema de Vélez era cómo recuperar todas las energías que gastó y no pudo transformarlas en gol para evitar otra derrota de local. Y en los últimos 25 minutos, los dos cambios que introdujo el técnico le dieron ese plus necesario, primero con Guido Mainero y luego con Rodrigo Salinas. El delantero, que pocas chances tuvo de mostrarse hasta ahora, empató tras la primera pelota que tocó. Buena aparición de Nicolás Domínguez (lo mejor de la noche) por derecha y centro justo para el toque goleador del reemplazante de Zárate. Eufórico, el Vélez bipolar fue con todo a buscar la victoria en los últimos instantes. Y casi lo logra.