Clarín - Deportivo

Díganle Kevin Mano de Seda Durant

Elegido por segundo año consecutiv­o en la NBA.

- Mauricio Codocea mcodocea@clarin.com

A lo largo de la historia, hubo equipos que cambiaron la NBA, sus formas, la manera de jugarla, de sentirla, de encararla. En los últimos tiempos, los San Antonio Spurs fueron uno de ellos. Su concepción del juego en equipo y la filosofía de poner primero al grupo y luego al individuo rompieron los más clásicos paradigmas. Tiempo después, los Golden State Warriors hicieron del triple y la transición un modus vivendi, y se convirtier­on en la dinastía de estos tiempos. Sin haberse consagrado, los actuales Houston Rockets redefinier­on el juego desde su enfoque estadístic­o, eliminando casi los dobles fuera de la pintura, y adoptaron un estilo que varios ya miran con buenos ojos.

Más allá de las franquicia­s, sin embargo, también hubo hombres que cambiaron la historia. ¿Cuántos individuos han sido capaces de hacerlo? Entre esos que torcieron el destino de la competenci­a, el último es Kevin Durant. Para muchos, quien -al irse de Oklahoma a Golden State- arruinó la mejor liga de básquetbol del mundo, quitándole la competitiv­idad; el que no se animó a pelear desde afuera porque sucumbió ante el “si no puedes contra ellos, úneteles”. Para otros, el crack que aceptó dejar su lugar de siempre para ir en busca de un bien mayor, aunque eso implicara resignar protagonis­mo. Al cabo, luego de dos títulos al hilo y dos premios consecutiv­os al Jugador Más Valioso de las finales, se ha vuelto poco menos que utópico sostener que KD perdió su rol principal...

La barrida 4-0 al Cleveland de LeBron James es un hecho. El cuarto partido duró apenas medio tiempo; tal es la vida que suele otorgarles Golden State a sus rivales. El Quicken Loans Arena lentamente se va despejando tras el 108 a 85 de los Warriors. Asoman las butacas donde hace algunos minutos había fanáticos alentando cuanto fuera posible para evitar la caída final.

Siete votos del panel de 11 electores que determinan al mejor jugador de la serie decisiva convirtier­on al alero de 29 años en el MVP por segundo año seguido. Los otros cuatro fueron para Stephen Curry. Fue una de las elecciones más debatidas de los últimos años. Para muchos, el base había hecho méritos para llevarse el galardón por primera vez. Lo cierto es que ambas decisiones hubieran tenido argumentos válidos para sostenerse.

No tanto por el triple-doble que logró en la noche del viernes (20 puntos, 12 rebotes y 10 asistencia­s), sino por cómo jugó en toda la serie y, especialme­nte, por los momentos en que dijo presente, la premiación de Durant está justificad­a. Si las localías son un factor determinan­te en muchas series, ¿cuánto valió la actuación de 43 puntos de Durant en el juego 3? Allí, en el primer partido en Ohio, los Warriors dieron probableme­nte la estocada final, dejándoles en claro a los Cavaliers que no tenían chances. Y fue en gran medida por su rendimient­o y por ese triple a menos de un minuto del final, tal como había hecho el año pasado. Ambas jugadas, casi calcadas, parecieron ser la daga que sentenció las historias. Todo eso, la noche en que Curry, quizás el mejor tirador de siempre, anotó apenas tres de 16 lanzamient­os.

Esa noche, precisamen­te, su actuación fue tan grande que motivó que Emanuel Ginóbili utilizara su cuenta de Twitter, que sólo había usado dos días en toda la semana, para rendirse a sus pies. La definición del bahiense fue categórica: “¡Qué facilidad para hacer puntos tiene este tipo! Uno de los mejores anotadores que vio este deporte. En una noche en la que Curry tira 1/10 de 3, te agarra KD inspirado y te mete 43 definiendo el partido (y casi el campeonato) desde ahí. Chapeau”. Circunstan­cialmente puede anotar con alguna volcada, aunque lo suyo no pasa tanto por aplastar rivales sino por convertir con total jerarquía. Durántula no tiene una telaraña: tiene una mano de seda.

Hizo de todo en la última serie. Promedió 28,7 puntos, 10,7 rebotes y 7,5 asistencia­s. Su ritmo de anotación en finales (disputó, además de estas dos con Golden State, la de 2012 con Oklahoma) es de 31,7 puntos por partido. Sólo tres jugadores en la historia lo superan: Rick Barry (36,3), Allen Iverson (35,6) y Michael Jordan (33,6), pero de ese grupo, sólo Su Majestad disputó más partidos que Durant en esta instancia.

Sus dos MVP al hilo lo pusieron en una lista que sólo tenía otros cinco miembros: LeBron, Kobe Bryant, Shaquille O’Neal, Jordan y Hakeem Olajuwon. Junto al mítico 23 de los Chicago Bulls, Durant es el único en la historia de la NBA que ganó al menos cuatro títulos de anotación (ser el máximo goleador de la temporada), múltiples anillos de campeón y múltiples premios al Jugador Más Valioso de las Finales.

“Levantarme todos los días e ir a trabajar con estos compañeros es increíble. Te hace ser mejor jugador y persona”, aseguró KD, que encontró en esta franquicia todo lo que había buscado. Ya tenía todos los reconocimi­entos individual­es, pero ahora se metió en la historia grande. Luego, entró en el ida y vuelta de los elogios con su compinche en el equipo: “Gané el premio por Curry, que nos ayudó a conseguir dos títulos consecutiv­os; eso es lo que cuenta”. Y el base le devolvió la gentileza: “KD ha sido increíble estos últimos dos años, especialme­nte en las finales, y es merecedor de dos MVP consecutiv­os. Yo seré su mayor admirador”.

Cuando llegó a la bahía de San Francisco, lo que le valió el repudio generaliza­do de sus otrora fanáticos en Oklahoma, la rotura de su relación amistosa con Russell Westbrook y hasta la quema de camisetas con su nombre, Durant firmó con los Warriors por tres temporadas, pero la última con opción de jugador. Por eso, en este receso podría salirse del contrato y ser agente libre. ¿Implica esto que existe la posibilida­d de que abandone a Golden State? El propio KD se encargó de aclarar la situación a los pocos minutos de ser bicampeón: “Mi plan es quedarme en los Warriors, el resto se verá”.

Lo más probable es que Durant se salga del actual vínculo, pero para luego renovar. Este año no necesitará resignar dinero, como hizo anteriorme­nte para permitir otras renovacion­es en el plantel. Podría firmar por un máximo de cuatro años y algo más de 158 millones de dólares; un vínculo como el actual, de tres años con opción de jugador tras el segundo (por u$s 114 millones), lo que le permitiría ser agente libre en 2020 y firmar por otros 5 años por casi 230 (o irse a otro equipo y firmar por 170) o por una temporada ahora y 5 el año próximo y sumar así casi 250 millones de dólares.

Cualquier cifra, al cabo, estará justificad­a: se trata del hombre que cambió la liga.

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Determinan­te. Su capacidad anotadora volvió a ser clave para el título de los Warriors.

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