Acorazados rusos
Los locales, de flojo rendimiento en la preparación, demolieron a la Arabia Saudita del argentino Juan Antonio Pizzi. Fue la máxima goleada en el partido apertura de un Mundial y, también, la primera vez que un suplente, Denis Cheryshev, convierte un dobl
A Vladimir Putin todo le salió redondito. Se suponía que la fiesta inaugural sería un éxito en el más amplio de los sentidos; y lo fue. Se sabía que él, exprimiendo la penetración universal de este juego fantástico para bajar un mensaje más de su fortaleza, hablaría; y habló. Lo único que no estaba claro era qué sucedería con su selección. Es que no venía entregando buenas señales desde hace tiem- po, tanto que se dudaba (y se sigue dudando) si logrará superar la primera ronda. Y esa era una preocupación. Una desilusión moscovita en la apertura del Mundial y ante una débil Arabia Saudita hubiera significado un mazazo. Sin embargo, hasta lo que era menos probable terminó superando las expectativas. Y Putin cerró su día celebrando no sólo una victoria de Rusia, sino también una goleada. A esa inmensa alegría, en gran parte, la dispararon dos futbolistas con historias singulares.
José Mourinho ya lo tenía apuntado para reforzar al Manchester United. Se supo hace unas semanas que Mou quería incorporar a su plantel a ese mediocampista del CSKA de Moscú, de pegada tan exacta como para encontrar a un compañero en el lugar justo con un centro o como para colgar un tiro libre en un ángulo. De Alexander Golovin, se trata.
Golovin supo hacerse protagonista con asistencias en el gol que desató el nudo del partido bien rápido (el primero) y en el que empezó a anular cualquier posibilidad de reacción de Arabia Saudita (el tercero). Y como para que el final de la fiesta incluyera una pintura, redondeó el 5-0 colgando un tiro libre en un ángulo.
Para demostrar definitivamente que era el día de Rusia y de Putin, lo que se imagina como una desgracia futbolera derivó en una bendición. Promediando el primer tiempo, sufrió una lesión muscular Alan Dzagoev y tuvo que salir. Ese imprevisto, al cabo, impulsó el ingreso de Denis Cheryshev, quien se convertiría en el chico de la tapa.
Cheryshev nació en la ciudad donde Argentina se cruzará con Croacia, en Nizhni Nóvgorod. Sin embargo, habla muy bien español. Es que en España vivió desde los 7 años. Hasta ahí lo llevó su papá Dmitri, ex futbolista del Gijón y una decena de veces de la selección rusa. Cheryshev hijo creció en el Real Madrid y hasta debutó en Primera. Ahora es volante del Villarreal. Lo recuerdan porque por una mala inclusión suya al equipo de la Casa Blanca le terminaron costando los puntos que en la cancha le había ganado al Cádiz en un duelo por la Copa del Rey de 2015 y eso representó la eliminación.
Ahora a Cheryshev, que nunca había convertido en la selección, nadie lo olvidará porque dejó su marca con un doblete sensual en un partido inaugural de un Mundial. La paró, amagó, enganchó, pasaron dos defensores de largo y clavó un zurdazo alto en el segundo de Rusia, cuando se iba el primer tiempo. Y sorprendería todavía más en la etapa final, esta vez desde afuera del área y con la cara externa del pie izquierdo, con un “tres dedos” cautivante a un ángulo, gritó el cuarto. Cumplió el sueño pendiente de su papá: jugar un Mundial.
Rusia goleó por Golovin, por Cherishev y por inercia. Fue demasiado frágil Arabia Saudita, una invitación a ser lastimada, tanto que Juan Antonio Pizzi terminó enojado con sus ayudantes y con el periodista que le preguntó si temía que lo despidieran. El partido no le generó problemas a Néstor Pitana. Y tampoco hubo necesidad de apelar al VAR. Gozó Rusia. Condicionó a Egipto y a Uruguay en el grupo. Putin, feliz. Ahora sí debe saber quiénes son Golovin y Cheryshev.