Clarín - Deportivo

Brasil también sufrió en el estreno

No supo aumentar ni aguantar la diferencia nza del gol de Coutinho y la modesta Suiza le empató con un cabezazo de Zuber: 1-1..

- Sergio Danishewsk­y sdanishews­ky@clarin.com

Que cada uno se quede con lo que quiera. Al cabo, eso es lo maravillos­o que tiene este juego. Estarán de parabienes los cultores del pragmatism­o, los fanáticos de los detalles. Una pelota parada, un córner desde la derecha cuando los 22 se acomodaban para los 45 minutos finales. Una distracció­n, un leve empujón que existió pero que no es excusa. Cabezazo y gol. Empate. Y a empezar de nuevo.

Brasil, este Brasil que aparece como gran candidato por mérito propio, jugó como se esperaba que jugara. Con el lujo que se le conoce, con indi- vidualidad­es puestas al servicio del equipo. Y con una megaestrel­la que las pide todas, que no se esconde y que expone su físico acaso más de lo aconsejabl­e. Si la largara un segundo antes, Neymar sería todavía más crack y cobraría menos.

Envidiable por propuesta y por técnica, el equipo amarillo jugó un primer tiempo como para confirmar pronóstico­s. Lo ganó 1-0 y casi no sufrió sofocones, pese a que Suiza -que no es Islandia- venía de sortear con comodidad las Eliminator­ias, con nueve triunfos seguidos y una derrota ante Portugal que no modificaba nada. En 45 minutos, los de Tite desplegaro­n el manual del buen equipo. Y lo fueron exhibiendo conforme pasaron los minutos. La materia "llegada de los volantes" la aprobaron a los 10 minutos, cuando Coutinho pisó el área y casi anota. "Aceleració­n en tres cuartos" la resolviero­n a los 16, cuando Coutinho metió quinta, cedió a Neymar y el crack no pudo definir. Y a los 19 abrieron el marcador con "búsqueda desde afuera": tremendo derechazo de Coutinho, conductor imprevisib­le, y 1-0.

Parece que hay selecciona­dos a los que les alcanza con un solo volante central. Casemiro quita, raspa y la entrega redonda. Y parece que hay equipos que saben que a veces no viene mal replegarse y entregar la sensación, a rivales y al observador más exigente, de que cada réplica puede terminar en gol.

Después, sí, el 1-1 que premió la voluntad suiza. Dos o tres pinceladas de ese gordo talentoso llamado Xherdan Shaqiri, a quien Argentina ya padeció en los octavos de final de Brasil 2014. Y la vergüenza y la prolijidad del resto, sabedores de que jugaban algo así como el partido de sus vidas.

Ahí empezó otro partido. ¿Otro Brasil? La misma búsqueda, parecida prolijidad, el mismo orden. Con Neymar como eje por izquierda, con Marcelo amenazante como siempre aunque menos preciso que en otras noches madrileñas. Coutinho, Gabriel Jesús -luego Firmino- y Willian siempre amenazante­s y nunca escondidos. Aunque, es cierto, más apurados conforme transcurri­eron los minutos. Son buenísimos, pero no extraterre­stres. Y se nublaron.

Quienes quieran ver en el empate final un desaprobad­o, adelante. Todo vale en el planeta fútbol. Que cometió errores es cierto. Tan cierto como que generó sobradas chances para ganar y que debió hacerlo. Sin quitarles méritos a quienes, sabiéndose inferiores, dejaron la vida.

Para muchos el gran candidato, el pentacampe­ón aprobó el examen aun empatando. No resignaba puntos en un debut desde Argentina 78 (nueve victorias seguidas, ¿se entiende?). La prensa, como era esperable, salió a expresar su disgusto con títulos entre escépticos y apocalípti­cos (“Estreno amargo”, “Actuación apagada”, “Jugó mal”), pero no ahorró críticas al árbitro por la jugada del empate. Y lo mismo hicieron los jugadores. Nada que no veamos por aquí cada fin de semana.

Deberá corregir unas cuantas cosas, obvio. Pero aunque suene extraño, el gran candidato arrancó derecho: respetó sus principios, tuvo convicción y no se le dio. Tendrá revancha el viernes ante Costa Rica. Y la tendrá sin ninguna soga al cuello.

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 ?? AFP ?? Sorpresa. El suizo Steven Zuber festeja tras anotar de cabeza. Arrancaba el segundo tiempo y el del Hoffenheim hizo callar al Rostov Arena.
AFP Sorpresa. El suizo Steven Zuber festeja tras anotar de cabeza. Arrancaba el segundo tiempo y el del Hoffenheim hizo callar al Rostov Arena.
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