La misteriosa canchita croata y un enigma muy antiguo
Las murallas de Dubrovnik están rodeadas de misterio. Tienen el récord de no haber sido invadidas jamás por tropas extranjeras y sus paredes defensivas son imposibles de trepar. Lo que nadie sabe es que refugia en su interior una canchita de fútbol única en el mundo, porque le falta un pedazo.
La descubrí un día en que me puse a caminar por el contorno de rocas con la camiseta argentina, bastante antes de este duelo crucial que se viene ahora en el Mundial de Rusia.
Avanzaba entre colinas y pasadizos ensortijados hasta que me topé con una forma geométrica completamente inusual, un pentaedro con dos arcos, donde unos pibes jugaban a la pelota.
Sorprendía la traza, para nada un rectángulo, y su polifuncionalidad, pues los nenes disfrutaban del picadito entre aros de básquet, áreas de handball, marcas del vóley y no sé si alguna rayuela. Imposible ahí cobrar un off side, ni el VAR mundialista vigente podría despejar semejante confusión.
Pensé: ¿Hicieron la gran muralla croata y después encastraron la cancha en el lugar que quedaba? ¿O en la Edad Media jugaban sin la perfección proclamada?
En la tierra donde nació Marco Polo, todo era posible.
Miré el horizonte para encon- trar respuestas, pero el mar Adriático me devolvió más confusión: sus aguas también estaban pobladas de canchas, con arcos flotadores.
Así que el panorama en ese lugar, declarado Patrimonio de la Humanidad, era el siguiente: dentro del murallón, canchita misteriosa; y en el mar, canchitas flotantes aquí y allá.
Ante mi gesto desorientado, un jugador que portaba una sunga con el rostro del Che Guevara me explicó que los croatas sienten más pasión por el waterpolo que por el juego que tan bien juegan Iván Rakitic y Luka Modric, los cracks de su selección.
Me confesó también que para grabar allí capítulos de la serie Games of Thrones, tuvieron que disimular la existencia de la canchita con técnicas especiales.
¿Por qué motivo? Porque sus guionistas querían contar batallas épicas y a ese campo de juego le habían rebanado la zona donde juega el marcador de punta derecho, que como todos sabemos son los que libran esa batallas.
Pensé también que, en estos tiempos en que la Selección tiene problemas en esa franja, practicar allí hubiera sido ideal para probar un esquema con línea de tres.
Pero bueno, en la playa o en los barrios, las canchas de fútbol tienen también contornos imprecisos. Lo que importa es que el partidito se arme. Eso sí, cuando la metés en el ángulo invisible de un arco hecho con dos montañitas de arena, en Croacia o en cualquier lugar del mundo, que nadie venga a decirte que pasó por arriba del travesaño.