Clarín - Deportivo

España sufrió para saltar la pared que le levantó Irán

Definió con un gol de carambola de Diego Costa y pasó varios sustos, pero ganó sin discusión.

- Daniel Lagares dlagares@clarin.com

Como dijo el poeta Antonio Machado, España hace su camino al andar. El imprevisto del cambio de entrenador lo resolvió de manera enérgica y el vestuario estuvo a la altura de las circunstan­cias, digirió la pérdida de dos puntos iniciales arrebatado­s por el genio de Cristiano Ronaldo y cumplió sin belleza la obligación de ganarle a Irán.

El camino, es cierto, a veces está lleno de dificultad­es. Y a veces, para seguir, hay que saltar murallas. Irán le construyó una sólida que sólo la fortuna permitió derribar con un gol rocamboles­co de Diego Costa. Tanto caminó España hasta la montaña, que al final encontró a Mahoma. No fue la España “de charanga y pandereta” de la que hablaba Machado sino la España del sufrimient­o de Lorca.

Golpe a golpe, pase a pase, verso a verso, España construye sus triunfos como consecuenc­ia lógica de su juego. La identidad, el bien más preciado, siempre está a salvo. Tuvo mala suerte Portugal. Resistió Irán como hace cuatro años ante Argentina, quebrado en el minuto 91 con gol de Messi. “En dos días no se puede tocar un trabajo de dos años“, había advertido Fernando Hierro cuando le tocó ocupar el lugar de Julen Lopetegui. Cumplió. Irán no era Portugal y movió piezas. Le devolvió la titularida­d a Carvajal en el lateral derecho que en

el estreno había sido de Nacho. Sacó un volante, Koke, para buscar profundida­d por una banda, y dio la alternativ­a a Lucas Vázquez. No cambió la idea, firme, innegociab­le, como avisaba Isco: “Es impensable que tiremos un pelotazo desde el fondo”.

El fútbol está plagado de lugares comunes y frases hechas. Una de ellas es “sistematiz­ación”, como sinónimo de previsible, anunciado, aburrido. España es la selección más sistematiz­ada del Mundial. Todo el mundo sabe lo que va a ocurrir. Ocurre y ocurre bien. El asunto es que ese “sistema” está encajado en el concepto obvio de la tenencia de la pelota (¿se puede jugar sin la pelota?) la dinámica del movimiento constante, la ocupación del terreno y los cambios de velocidad. Eso lo puede hacer cualquiera. El valor agregado que hace distinta a España es la suma de técnica, jerarquía y confianza de sus futbolista­s.

El coro se despliega ni bien De Gea tiene la pelota. Piqué y Ramos van a los vértices del área; Carvajal y Alba se abren a las bandas, retroceden Silva e Iniesta y Busquets baja a buscar la salida. Empieza el movimiento. Como el antiguo Barcelona. Xavi alguna vez lo definió bien: “Si la pelota le

llega a Busquets, estás muerto”. No hubo show, esta vez, sino esfuerzo de pico y pala. Hecha la diferencia, Irán tuvo que salir y se abrieron los espacios. La última media hora permitió ver la versión de La Roja más parecida a la de sus buenos momentos, a pesar de ciertas zozobras en el fondo.

Sin lucir, España cumplió. En fase de clasificac­ión valen más los puntos que el estilo. España no renunció a él sino que con él llegó a los puntos. Adeuda el brillo, mérito iraní con su táctica 1-10, demolido en esa jugada fortuita de Diego Costa. Y no sin falta de polémica con el gol anulado por un offside de microscopi­o.

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REUTERS Sonrisas a la española. Isco se trepa a Diego Costa para celebrar el gol del centrodela­ntero.

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