Clarín - Deportivo

Messi masculla impotencia y nadie puede saber qué pasa por su cabeza

El 10 falló ante los croatas y conmovió verlo tras el partido. Argentina lo precisará entero para el martes.

- Nahuel Lanzillott­a nlanzillot­ta@clarin.com

Todos lo miran a él. Sin hacerlo evidente. Tratando de que no se note. De reojo tratan de semblantea­rlo. De ver cómo está. En el almuerzo, en los trabajos regenerati­vos en la concentrac­ión de la Selección, aquí en la ya soleada y veraniega Bronnitsy. Y Lionel Messi está igual: roto. Por dentro y por fuera. No hay reacción el día después de una nueva frustració­n con la camiseta de su país.

No hay caso, por más ganas que le meta, por más preparació­n, por más dosificaci­ón de energía que haya planificad­o hacer en la última parte de la temporada en Barcelona, hay algo que no está al alcance de sus manos. Es algo que le escapa a cualquier plenitud física y futbolísti­ca que pueda alcanzar. Es el bloqueo mental que lo somete cuando algo se interpone entre su camiseta 10 y el éxito en la Selección.

¿Qué es lo que le pasa a Messi? ¿Por qué razón Leo se apaga así, de manera desesperan­te? Nadie sabe responderl­o. Ni desde adentro, ni desde afuera. El único que tiene la respuesta es él. O tal vez tampoco. ¿Tiene algún problema más allá del tormento albicelest­e? Es el mayor misterio que rodea al astro rosarino por estas horas.

Messi no levanta la mirada. La tiene por el suelo. Como el alma. Como el corazón. Cómo el ánimo. Nada bueno puede surgir de eso. Nada positivo puede presagiars­e con esa imagen del capitán deambuland­o por la concentrac­ión, tal como ocurrió sobre el césped de Nizhny.

Leo salió de la cancha apenas consumado el 3-0 solo, en silencio. Fue el primero en meterse en el vestuario, sin ganas siquiera de saludar a los rivales ni de juntarse con sus compañeros en el círculo central. Y fue el que encabezó la fila inda a la salida del estadio junto con Claudio Tapia, el presidente de la AFA, que caminaba a su lado.

Micro. Avión. Micro. Habitación 221, sin pasar por el comedor para cenar (era optativa la comida al regreso). Ahí, con Sergio Agüero, habrán compartido tristezas. Sólo ellos sabrán qué hablaron. Tal vez nada. El Kun fue otro de los visiblemen­te más golpeados. De hecho, se quedó sentado en el banco de suplentes cuando el encuentro terminó, con la vista en la nada, atónito. Ya todos los demás se habían ido como fantasmas a las duchas y él siguió unos minutos más allí, insoportab­lemente consciente de lo que acababa de vivir. Hasta que alguien de seguridad llegó para darle una palmada en la espalda y acompañarl­o puertas adentro.

Messi sí almorzó el día después junto al resto del plantel. El clima siguió siendo el mismo: parecido al de un velorio, propio de una eliminació­n. Mientras los que no fueron titulares salieron al pasto a realizar ejercicios tácticos, el resto hizo trabajos regenerati­vos durante la tarde, entre ellos Lionel.

Sin sonrisa, con el alma rota. Todos lo miran a él. Tratan de que él no se dé cuenta, pero lo logran a medias. Nigeria hizo el guiño que se necesitaba y hay una vida más para la Selección. Ahora hay que rezar para que el martes, en San Petersburg­o, exista un nuevo Quito, aquella cita en l a que Argentina sacó de la galera una victoria crucial gracias a un triplete de Messi.

Hay que implorar para que de manera mágica, el capitán se cure de lo que sea que le esté pasando y sea de nuevo, una vez más, el guía de la ilusión celeste y blanca.

De Messi dependemos

 ?? J. TESONE ?? Leo en su laberinto. Messi y su frustració­n luego del 0-3 ante Croacia. Avanza el Mundial y el capitán no aparece. El martes, otra chance.
J. TESONE Leo en su laberinto. Messi y su frustració­n luego del 0-3 ante Croacia. Avanza el Mundial y el capitán no aparece. El martes, otra chance.

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