Clarín - Deportivo

Un paseo por las profundida­des y el regreso de la esperanza

- MOSCU. ENVIADO ESPECIAL Pablo Calvo pcalvo@clarin.com

El Metro de Moscú sólo dejó de funcionar un día en toda su historia: el 16 de octubre de 1941, cuando las tropas nazis avanzaron sobre la ciudad. Pero al día siguiente, las formacione­s volvieron a circular. Recordé ese detalle ahora que estoy aquí, a 84 metros de profundida­d, en la hondura don- de habita el ánimo de los hinchas argentinos que vinieron a Rusia.

Sin ganas de salir a la superficie, pasé el día después de la derrota con Croacia yendo de estación en estación, en busca de sosiego futbolísti­co y recuerdos de 1995, cuando vine como mochilero con mi amigo Marcelo Aprea. Creía recordar que en algunas estaciones había homenajes al fútbol, en su dimensión de juego y diversión y no como gran negocio, donde demasiados mojan el pancito.

Tan abajo, además, me sentí a salvo de la repetición constante del primer gol a Caballero, pero me equivoqué: los vagones de la línea 5, la marrón, que abraza a la capital rusa en forma circular, ¡tiene televisore­s que transmiten en vivo! Y las noticias sobre el desconcier­to en el plantel de la Selección me acompañaro­n de la estación Paveletska­ya hasta Komsomolsk­aya, difíciles de pronunciar y más to- davía de leer en cirílico.

Eso sí, al llegar a destino encontré en los techos de la estación obras de arte tan imponentes como las de un museo. Hileras de 23 columnas enfrentada­s y arañas que iluminan el vestíbulo de la estación Komsomolsk­aya, la que en 1935 inauguró el Metro, que hacen de estas galerías una maravilla única.

Donde te bajes hay pinturas, bustos históricos, metales fundidos con los símbolos del martillo y la hoz. En Park Kultury, por ejemplo, 26 bajorrelie­ves en mármol blanco representa­n escenas de actividade­s de ocio de la juventud soviética. Pensé que al menos una podía estar dedicada al fútbol. Y frente a uno de los tallados vi a dos argentinos, abrazados, con la camiseta de la Selección. Era ahí, había un chico pateando una pelota, esculpido para la eternidad. “El fútbol nos hizo amigos y el fútbol nos trajo hasta acá. Ahora, de chicos aprendimos que el fútbol es solidarida­d, compañeris­mo, juego colectivo. Y con Croacia pasó lo contrario, nos sacudió un shock de realidad”, medita Renato Falbo, puntero derecho o 9.

En eso viene un subte y Joaquín Benincasa, volante central a veces zaguero en GEBA, invita a seguir: “Vamos hasta la estación del Dínamo, que está llena de murales piolas”. Y luego de una combinació­n llegamos hasta la galería más futbolera de la capital rusa, con más fútbol: un muchacho en bermudas pegándole de zurda, el fuerte despeje de un marcador, puro entusiasmo, como el que creíamos perdido cuando bajamos.

Ya era hora de subir, así que encaramos rumbo a Teatralnay­a, una de las paradas que te arriman a la Plaza Roja. Había una tele en el vagón. Y en eso vino el segundo de Nigeria. Y pese al desánimo con que habíamos subido, el fútbol nos volvió a ilusionar. En eso se escuchó a una locutora en ruso. Creo que dijo: “Próxima estación, Una Nueva Oportunida­d”.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina