Clarín - Deportivo

De los abucheos de Nizhny a los goles de Nigeria y el ánimo nuevo

- BRONNITSY. ENVIADO ESPECIAL Nahuel Lanzillott­a nlanzillot­ta@clarin.com

Ni siquiera en uno de los mayores descalabro­s futbolísti­cos de la historia de los Mundiales de la Selección, como "el desastre de Suecia 58", se vivió algo similar a lo que ocurrió en Nizhny Nóvgorod. Tampoco cuando el equipo de Marcelo Bielsa, que había llegado a Corea-Japón en 2002 como favorita, no logró pasar a octavos. En ninguno de esos dos casos, los entrenador­es escucharon los insultos que recibió Jorge Sampaoli desde las tribunas ante Croacia propiciado­s por los propios hinchas argentinos.

Nunca había sucedido que un DT de la Selección despertara la bronca y la indignació­n de los simpatizan­tes en pleno Mundial. Sampaoli cortó esa racha, aquí en Rusia. Y no es para celebrar; todo lo contrario. Desde la era Menotti, cuando la Selección comenzó a tener organizaci­ón y estabilida­d en los proyectos, no se vivía un quiebre así.

El estilo del Zurdo de Casilda, sus cambios constantes, la tensión con la que vive los partidos desde el banco, sus planteos tan dispares entre un encuentro y otro, hicieron detonar la furia de la gente. Después del segundo gol de Croacia, la paciencia se agotó y algo se quebró. "Sampaoli botón, Sampaoli botón, sos un hijo de p...", empezaron a cantar desde lo más alto de la tribuna. Y rápidament­e, el insulto bajó como un alud arrastrand­o cualquier ilusión, cualquier rastro de razón. El canto se masificó.

Sampaoli, ya sin saco, gritaba y gesticulab­a al borde de la línea de cal y del colapso. Le decía "cagón" a un jugador rival en medio de la derrota y esquivaba algún botellazo de agua que le rebotó en el brazo al preparador físico, Jorge Desio. Una decena de fanáticos sacados se acercaron hasta la baranda de arriba del banco para decirle de todo. Voló una camiseta argentina de afuera hacia adentro, que quedó en el corralito, cerca de un entrenador sobrepasad­o.

Ese Sampaoli es el que encontró en un resultado ajeno motivos para recuperar el entusiasmo perdido. El mismo DT que lucía “muy muy golpeado", según le contaron a Clarín desde la concentrac­ión, y que tras arribar desde Nizhny se fue a su habitación sin comer, es el mismo que, con el 2-0 de Nigeria a Islandia, retempló el ánimo.

Cuentan que siguió el partido en soledad en la cocina del predio. Que gritó los goles africanos “como loco”. Y que luego del partido convocó a una reunión a todo su staff. Su semblante, dicen, era otro.

Después hubo un nuevo encuentro, esta vez entre todo el cuerpo técnico y el plantel. Reunión en la que se propusiero­n aprovechar la chance que el Mundial acababa de darles.

Jorge Sampaoli, el destinatar­io de la bronca de los hinchas en Nizhny, sentía que volvía a empezar.

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