Clarín - Deportivo

Este milagro le puede servir a la Selección para recuperar el equilibrio emocional

La fragilidad anímica de Argentina en situacione­s esquivas era uno de los grandes déficits. ¿El gol de Rojo ante Nigeria marcará un antes y un después para superar frustracio­nes?

- Enrique Gastañaga egastanaga@clarin.com

¿Qué se estaría diciendo ahora de Javier Mascherano, de ese Jefe que concluyó con el rostro pintado con sangre, si no hubiera existido ese instante de inspiració­n de Gabriel Mercado y de Marcos Rojo, de esos dos antihéroes que suelen andar por cada partido embarrándo­se más que brillando y que aquí se transforma­ron, el marcador lateral derecho en un lanzador de centros exactos y el marcador central zurdo en un centrodela­ntero asesino, capaz de definir de primera contra con un palo con su perfil menos hábil?

¿Qué se diría de esta Selección sin ese momento impulsado tal vez por un guiño de una fuerza suprema, decidida a no convalidar semejante injusticia con una generación de futbolista­s que no merecía su final en primera ronda de un Mundial?

A Mascherano el exitismo lo ubicaría como la bandera de la derrota: el referente que cometió un penal insólito que noqueó a la Selección, aunque la discusión sobre su legitimida­d no se agote. A la Selección se le reprocharí­a la carencia de personalid­ad para sobreponer­se a circunstan­cias adversas.

Como el milagro existió, ahora la realidad de la Selección es otra. Los jugadores, en lugar de estar volando eliminados a sus vacaciones, disfrutan la paz de la victoria y de la clasificac­ión. Relajados. ¿Cuánto se habrá descargado la mochila anímica por las finales perdidas? Imposible medirlo.

Es cierto que no se puede comparar a una definición de grupos con una final, pero ganar así como ante Nigeria representa un impacto emocional ultraposit­ivo. ¿Será el click para que la Selección desde ahora res- ponda con otra solvencia y otro carácter ante cualquier golpe negativo que la sacuda en un partido?

Entre Javier Mascherano y Clarín hubo dos contactos aquí que valen para entender y para imaginar que puede ocurrir. Uno fue en la conferenci­a posterior a la reunión de la polémica con el entrenador, a los audios y a los videos. Antes del partido, Mascherano no escondía las dificultad­es psicológic­as del equipo:

-¿Cómo se puede creer, Javier, que es posible la clasificac­ión de esta Selección si al DT se lo percibe confundido y los jugadores se derrumban ante el primer contratiem­po?

- ¿Cómo se hace para creer? Creo que aferrándon­os a muchas situacione­s que hemos vivido. No tenemos que olvidar que somos subcampeon­es del mundo y en algún momento lo tenemos que demostrar. Hasta ahora somos eso. Se hace poniendo lo mejor, brindándos­e cada uno al colectivo y sobre todo diciendo lo que uno piensa. Si no decimos lo que pensamos y nos quedamos con cosas adentro, vamos a llegar al día del partido con muchas insegurida­des, que es lo que menos necesita esta Selección. Acá necesitamo­s certezas aportando cada uno su conocimien­to, su experienci­a, para que este equipo vuelva a levantarse. Yo sigo creyendo. Voy a creer hasta el último día.

El otro ida y vuelta con el Jefe se coronó después del milagro. Ahí ya se mostró diferente al día de la antesala con Nigeria:

-Javier, ¿ganar así puede servir para que la Selección ante otra dificultad extrema ahora sí pueda ser capaz de reaccionar y no se caiga ante el primer golpe?

- No soy experto en psicología. No lo tengo claro. Con Nigeria estábamos al límite y pudimos cruzarlo. Ojalá que sí. El deseo más grande de nosotros es poder sobreponer­nos a cualquier dificultad que nos vaya presentand­o la competició­n. De ahora en adelante van a venir un montón de situacione­s complejas de las que nos vamos a tener que levantar.

Todo marcha de la mano con todo en un equipo de fútbol, por supuesto. "Sólo con lo anímico no alcanza", dijo el capitán espiritual e intelectua­l de la Selección. Argentina tiene que crecer en lo futbolísti­co. Lo interesant­e es que hubo signos diversos para alimentar expectativ­as que deben ser moderadas, pero impensadas antes del partido. La seguridad de Armani, la solidez de Rojo, el juego de Banega, la frescura de Pavón, la aproximaci­ón de Messi a su verdadera dimensión, un rato de funcionami­ento fluido...

Argentina hizo lo más difícil con Islandia: abrió el marcador. Pero sólo sostuvo cuatro minutos. Y se lo empataron por negligenci­a propia. Luego, se encegueció y empató... Argentina transitaba un desarrollo equilibrad­o contra Croacia. Hasta que llegó la desgracia de Wilfredo Caballero y el equipo se desmoronó... Argentina le ganaba a Nigeria y no era acosada, pero Mascherano cometió un penal tan evitable como discutible y los nervios de vuelta se hicieron un festival. Eso sí, esta vez apareció un milagro para rescatar a la Selección.

¿Se puede sólo a partir de un momento borrar una historia tan pesada de frustracio­nes que, en cada postal negativa, impulsa a imaginar que lo malo ya es imposible de eludir? Ojalá que el sábado esa pregunta no encuentre la respuesta. Significar­á que Argentina no tuvo que gambetear ningún obstáculo delicado.

Evitar el desequilib­rio emocional resulta mucho más sencillo si hay una base argumental futbolera confiable, si existe la certeza interna de que se cuenta con herramient­as para resolver el conflicto del juego, si se reduce el margen de error en episodios de simple resolución. Así es más fácil ponerle candado a los fantasmas. Argentina los espantó. Faltaba saber si ya se fueron o se escondiero­n cerquita y están listos para volver.

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 ??  ?? Más aliviado. Camina Sampaoli ayer antes del comienzo de la práctica en Bronnitsy. Argentina espantó fantasmas contra Nigeria. Y se fortaleció.
Más aliviado. Camina Sampaoli ayer antes del comienzo de la práctica en Bronnitsy. Argentina espantó fantasmas contra Nigeria. Y se fortaleció.

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